Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 297
Está esperando en la puerta del edificio —dice Christian amablemente, y parece
aliviado.
¿Acaso le preocupa la reacción que pueda tener esta mañana? Estaba segura
de que lo de anoche… bueno, lo de esta madrugada, le habría demostrado que no
pienso salir huyendo.
—Vale. Gracias —musito, decepcionada por estar de pie, confundida por
sus dudas, y vagamente enfadada porque una vez más no conduciré mi Saab.
Pero, en fin, tiene razón: con Taylor llegaré antes.
—Disfrute de su mañana de vagancia, señor Grey. Ojalá pudiera quedarme,
pero al hombre que posee la empresa para la que trabajo no le gustaría que su personal
faltara a su puesto solo por disfrutar de un poco de buen sexo.
Cojo mi bolso.
—Personalmente, señorita Steele, no tengo ninguna duda de que él lo
aprobaría. De hecho, puede que insistiera en ello.
—¿Por qué te quedas en la cama? No es propio de ti.
Cruza las manos detrás de la cabeza y me sonríe.
—Porque puedo, señorita Steele.
Le miro y meneo la cabeza.
—Hasta luego, nene.
Le lanzo un beso y salgo por la puerta.
***
Taylor me está esperando y por lo visto sabe que voy tarde, porque
conduce como un loco y consigue que llegue al trabajo a las nueve y cuarto. Cuando
aparca junto a la acera, me siento agradecida… agradecida por estar viva: conducía de
un modo terrorífico. Y agradecida por no llegar espantosamente tarde: solo quince
minutos.
—Gracias, Taylor —murmuro, pálida como una muerta.
Recuerdo que Christian me contó que conducía tanques; quizá también
pilote coches de carreras.
—Ana —asiente a modo de despedida, y yo salgo corriendo para la
oficina.
Mientras abro la puerta del vestíbulo pienso que por lo visto Taylor ha
superado esa formalidad de «señorita Steele», y eso me hace sonreír.
Claire me sonríe cuando cruzo a toda prisa la recepción en dirección a mi
mesa.
—¡Ana! —me llama Jack—. Ven.
Oh, maldita sea.
—¿Qué horas son estas? —me increpa.
—Lo siento. Me he dormido —respondo, poniéndome como la grana.
—Que no vuelva a pasar. Hazme un café, y después necesito que mandes