Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 237

—Ponla aquí y ábrela. Christian señala la barra con el mentón. —¿No quieres tocarla? —No. Huellas dactilares. —Christian, tú sabes que no puedo ir a la policía con esto. ¿Por qué estoy escuchando esto? ¿Es que ella está tirándose a otro pobre chico? Deja la nota delante de él, que se inclina para leerla. —Solo piden cinco mil dólares —dice como si no le diera importancia—. ¿Tienes idea de quién puede ser? ¿Alguien de la comunidad? —No —contesta ella con su voz dulce y melosa. —¿Linc? ¿Linc? ¿Quién es ese? —¿Qué? ¿Después de tanto tiempo? No creo —masculla ella. —¿Lo sabe Isaac? —No se lo he dicho. ¿Quién es Isaac? —Creo que él debería saberlo —dice Christian. Ella niega con la cabeza, y ahora me siento fuera de lugar. No quiero saber nada de esto. Intento soltar mi mano de la de Christian, pero él me retiene con fuerza y se vuelve a mirarme. —¿Qué pasa? —pregunta. —Estoy cansada. Creo que me voy a la cama. Sus ojos escrutan los míos… ¿buscando acaso qué? ¿Censura? ¿Aprobación? ¿Hostilidad? Yo intento mantenerme impertérrita. —De acuerdo —dice—. Yo no tardaré. Me suelta y me pongo de pie. Elena me mira con cautela. Yo sigo impasible y le devuelvo la mirada sin expresar nada. —Buenas noches, Anastasia —me dice con una leve sonrisa. —Buenas noches —musito con frialdad. Me doy la vuelta para marcharme. La tensión me resulta insoportable. En cuanto salgo de la estancia ellos reanudan la conversación. —No creo que yo pueda hacer gran cosa, Elena —le dice Christian—. Si es una cuestión de dinero… —Se interrumpe—. Puedo pedirle a Welch que investigue. —No, Christian, solo quería que lo supieras —dice ella. Desde fuera del salón la oigo comentar: —Se te ve muy feliz. —Lo soy —contesta Christian. —Mereces serlo. —Ojalá eso fuera verdad.