Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 197
eres.
—Sigo siendo yo, Anastasia… con todas las cincuenta sombras de mi
locura. Sí, tengo que luchar contra el impulso de ser controlador… pero es mi
naturaleza, la manera en que me enfrento a la vida. Sí, espero que te comportes de una
determinada manera, y cuando no lo haces supone un desafío para mí, pero también es
un soplo de aire fresco. Seguimos haciendo lo que me gusta hacer a mí. Dejaste que te
golpeara ayer después de aquella espantosa puja. —Esboza una sonrisa placentera al
recordarlo—. Yo disfruto castigándote. No creo que ese impulso desaparezca nunca…
pero me esfuerzo, y no es tan duro como creía.
Me estremezco y enrojezco al recordar nuestro encuentro clandestino en el
dormitorio de su infancia.
—Eso no me importó —musito con timidez.
—Lo sé. —Sus labios se curvan en una sonrisa reacia—. A mí tampoco.
Pero te diré una cosa, Anastasia: todo esto es nuevo para mí, y estos últimos días han
sido los mejores de mi vida. No quiero que cambie nada.
¡Oh!
—También han sido los mejores de mi vida, sin duda —murmuro, y se le
ilumina la cara.
La diosa que llevo dentro asiente febril, dándome fuertes codazos. Vale,
vale, ya lo sé…
—Entonces, ¿no quieres llevarme a tu cuarto de juegos?
Traga saliva y palidece, con el rostro totalmente serio.
—No, no quiero.
—¿Por qué no? —musito.
No es la respuesta que esperaba.
Y sí, ahí está… esa punzada de decepción. La diosa que llevo dentro hace
un mohín y da patadas en el suelo con los brazos cruzados, como una cría enfurruñada.
—La última vez que estuvimos allí me abandonaste —dice en voz baja—.
Pienso huir de cualquier cosa que pueda provocar que vuelvas a dejarme. Cuanto te
fuiste me quedé destrozado. Ya te lo he contado. No quiero volver a sentirme así. Ya te
he dicho lo que siento por ti.
Sus ojos grises, enormes e intensos, rezuman sinceridad.
—Pero no me parece justo. Para ti no puede ser bueno… estar
constantemente preocupado por cómo me siento. Tú has hecho todos esos cambios por
mí, y yo… creo que debería corresponderte de algún modo. No sé, quizá… intentar…
algunos juegos haciendo distintos personajes —tartamudeo, con la cara del color de
las paredes del cuarto de juegos.
¿Por qué es tan difícil hablar de esto? He practicado todo tipo de sexo
pervertido con este hombre, cosas de las que ni siquiera había oído hablar hace unas
semanas, cosas que nunca había creído posibles, y, sin embargo, lo más difícil de todo