Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 195
Christian estrecha la mano de McConnell y baja al muelle.
—Siempre es un placer, señor Grey. Adiós. Y, Ana, encantado de
conocerte.
Le doy la mano con timidez. Debe de saber a qué nos hemos dedicado
Christian y yo mientras él estaba en tierra.
—Que tengas un buen día, Mac, y gracias.
Me sonríe y me guiña el ojo, haciendo que me ruborice. Christian me coge
de la mano y subimos por el muelle hacia el paseo marítimo.
—¿De dónde es Mac? —pregunto, intrigada por su acento.
—Irlandés… del norte de Irlanda —concreta Christian.
—¿Es amigo tuyo?
—¿Mac? Trabaja para mí. Ayudó a construir el Grace.
—¿Tienes muchos amigos?
Frunce el ceño.
—La verdad es que no. Dedicándome a lo que me dedico… no puedo
cultivar muchas amistades. Solo está…
Se calla y se pone muy serio, y soy consciente de que iba a mencionar a la
señora Robinson.
—¿Tienes hambre? —pregunta para cambiar de tema.
Asiento. La verdad es que estoy hambrienta.
—Cenaremos donde dejé el coche. Vamos.
Al lado del SP hay un pequeño bistró italiano llamado Bee’s. Me recuerda
al local de Portland: unas pocas mesas y reservados, con una decoración muy moderna
y alegre, y una gran fotografía en blanco y negro de una celebración de principios de
siglo a modo de mural.
Christian y yo nos sentamos en un reservado, y echamos un vistazo al menú
mientras degustamos un Frascati suave y delicioso. Cuando levanto la vista de la carta,
después de haber elegido lo que quiero, Christian me está mirando fijamente,
pensativo.
—¿Qué pasa?
—Estás muy guapa, Anastasia. El aire libre te sienta bien.
Me ruborizo.
—Pues la verdad es que me arde la cara por el viento. Pero he pasado una
tarde estupenda. Una tarde perfecta. Gracias.
En sus ojos brilla el cariño.
—Ha sido un placer —musita.
—¿Puedo preguntarte una cosa?
Estoy decidida a obtener información.
—Lo que quieras, Anastasia. Ya lo sabes.
Ladea la cabeza. Está encantador.