Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 179
—¿Tienes frío? —me pregunta, y me atrae hacia sí.
—No, simplemente disfrutaba de la vista.
—Yo me pasaría el día contemplándola. Ven por aquí.
Christian me lleva a un bar inmenso situado frente al mar y se dirige hacia
la barra. La decoración es más del estilo de Nueva Inglaterra que de la costa Oeste:
paredes blancas encaladas, mobiliario azul claro y parafernalia marina colgada por
todas partes. Es un local luminoso y alegre.
—¡Señor Grey! —El barman saluda afectuosamente a Christian—. ¿Qué
puedo ofrecerle hoy?
—Dante, buenos días. —Christian asiente y los dos nos encaramamos a los
taburetes de la barra—. La encantadora dama es Anastasia Steele.
—Bienvenida al local de SP —me dice Dante con una cálida sonrisa.
Es negro y guapísimo, y me examina con sus ojos oscuros y, por lo que
parece, da su visto bueno. Lleva un gran diamante en la oreja que centellea cuando me
mira. Me cae bien al instante.
—¿Qué les apetece beber?
Miro a Christian, que me observa expectante. Oh, va a dejarme escoger.
—Por favor, llámame Ana, y tomaré lo mismo que Christian.
Sonrío con timidez a Dante. Cincuenta sabe mucho más de vinos que yo.
—Yo tomaré una cerveza. Este es el único bar de Seattle donde puedes
encontrar Adnam Explorer.
—¿Una cerveza?
—Sí —me dice risueño—. Dos Explorer, por favor, Dante.
Dante asiente y coloca las cervezas en la barra.
—Aquí también sirven una sopa de marisco deliciosa —comenta Christian.
Me lo está preguntando.
—Sopa de marisco y cerveza suena estupendo —le digo sonriente.
—¿Dos sopas de marisco? —pregunta Dante.
—Por favor —le pide Christian con amabilidad.
Nos pasamos la comida charlando, como no habíamos hecho nunca.
Christian está a gusto y tranquilo; tiene un aspecto juvenil, feliz y animado, pese a todo
lo que pasó ayer. Me cuenta la historia de Grey Enterprises Holdings, Inc., y, cuanto
más habla, más noto su pasión por reflotar empresas con problemas, su confianza en la
tecnología que está desarrollando y sus sueños de convertir en productivos extensos
territorios del tercer mundo. Le escucho embelesada. Es divertido, inteligente,
filantrópico y hermoso, y me quiere.
Llegado el momento, me acribilla a preguntas sobre Ray y mi madre, sobre
el hecho de crecer en los frondosos bosques de Montesano, y sobre mis breves
estancias en Texas y Las Vegas. Se interesa por saber mis películas y mis libros
preferidos, y me sorprende comprobar cuánto tenemos en común.