Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 167
nada más. Es increíble que haya sido tan estúpida.
Se relaja visiblemente.
—¿Seguro que no lo estás?
—Seguro.
Respira hondo.
—Bien. Sí, ya entiendo que una noticia así puede ser muy perturbadora.
Frunzo el ceño… ¿perturbadora?
—Lo que me preocupaba sobre todo era tu reacción.
Me mira sorprendido, confuso.
—¿Mi reacción? Bueno, me siento aliviado, claro… dejarte embarazada
habría sido el colmo del descuido y del mal gusto.
—Pues quizá deberíamos abstenernos —replico.
Me mira fijamente un momento, desconcertado, como si yo fuera una
especie de raro experimento científico.
—Estás de mal humor esta mañana.
—Me ha afectado mucho, nada más —repito en tono arisco.
Me coge por las solapas del albornoz, me atrae hacia él y me abraza con
cariño, me besa el pelo y aprieta mi cabeza contra su pecho. Me quedo absorta en el
vello de su torso, que me hace cosquillas en la mejilla. ¡Ah, si pudiera acariciarle…!
—Ana, yo no estoy acostumbrado a esto —murmura—. Mi inclinación
natural sería darte una paliza, pero dudo que quieras eso.
Por Dios…
—No, no lo quiero. Pero esto ayuda.
Abrazo más fuerte a Christian, y permanecemos un buen rato entrelazados
en ese peculiar abrazo, Christian desnudo y yo en albornoz. Una vez más me siento
desarmada ante su sinceridad. No sabe nada de relaciones personales, y yo tampoco,
salvo lo que he aprendido de él. Bueno, él me ha pedido fe y paciencia; quizá yo
debería hacer lo mismo.
—Ven, vamos a ducharnos —dice Christian finalmente, y me suelta.
Da un paso atrás y me quita el albornoz. Entro tras él bajo el torrente de
agua, y levanto la cara hacia la cascada. Cabemos los dos bajo esa inmensa roseta.
Christian coge el champú y empieza a lavarse el pelo. Me lo pasa y yo procedo a hacer
lo mismo.
Oh, esto es muy agradable. Cierro los ojos y me rindo al placer del agua
caliente y purificadora. Mientras me aclaro la espuma siento sus manos sobre mí
enjabonándome el cuerpo: los hombros, los brazos, las axilas, los senos, la espalda.
Me da la vuelta con delicadeza y me atrae hacia él, mientras sigue bajando por mi
cuerpo: el estómago, el vientre, sus dedos hábiles entre mis piernas… mmm… mi
trasero. Oh, es muy agradable y muy