Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 85
de forma tan teatral que el pelo casi le toca el suelo.
—Nos vemos luego, nena —le dice sonriente.
Kate se derrite. Nunca antes la había visto derritiéndose así. Me vienen a la
cabeza las palabras «hermosa» y «complaciente». Kate, complaciente. Elliot debe
de ser buenísimo. Christian resopla y me mira con expresión impenetrable, aunque
quizá le divierte un poco la situación. Me coge un mechón de pelo que se me ha
salido de la coleta y me lo coloca detrás de la oreja. Se me corta la respiración e
inclino la cabeza hacia sus dedos. Sus ojos se suavizan y me pasa el pulgar por el
labio inferior. La sangre me quema las venas. Y al instante retira la mano.
—Nos vemos luego, nena —murmura.
No puedo evitar reírme, porque la frase no va con él. Pero aunque sé que está
burlándose, aquellas palabras se quedan clavadas dentro de mí.
—Pasaré a buscarte a las ocho.
Se da media vuelta, abre la puerta de la calle y sale al porche. Elliot lo sigue
hasta el coche, pero se vuelve y le lanza otro beso a Kate. Siento una inesperada
punzada de celos.
—¿Por fin? —me pregunta Kate con evidente curiosidad mientras los
observamos subir al coche y alejarse.
—No —contesto bruscamente, con la esperanza de que eso impida que siga
preguntándome.
Entramos en casa.
—Pero es evidente que tú sí —le digo.
No puedo disimular la envidia. Kate siempre se las arregla para cazar hombres.
Es irresistible, guapa, sexy, divertida, atrevida… Todo lo contrario que yo. Pero la
sonrisa con la que me contesta es contagiosa.
—Y he quedado con él esta noche.
Aplaude y da saltitos como una niña pequeña. No puede reprimir su
entusiasmo y su alegría, y yo no puedo evitar alegrarme por ella. Será interesante
ver a Kate contenta.
—Esta noche Christian va a llevarme a Seattle.
—¿A Seattle?
—Sí.
—¿Y quizá allí…?