Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 80
mano y me agarra la mandíbula para que no mueva la cara. Estoy indefensa, con
las manos unidas por encima de la cabeza, la cara sujeta y sus caderas
inmovilizándome. Siento su erección contra mi vientre. Dios mío… Me desea.
Christian Grey, el dios griego, me desea, y yo lo deseo a él, aquí… ahora, en el
ascensor.
—Eres… tan… dulce —murmura entrecortadamente.
El ascensor se detiene, se abre la puerta, y en un abrir y cerrar de ojos me suelta
y se aparta de mí. Tres hombres trajeados nos miran y entran sonriéndose. Me late
el corazón a toda prisa. Me siento como si hubiera subido corriendo por una gran
pendiente. Quiero inclinarme y sujetarme las rodillas, pero sería demasiado obvio.
Lo miro. Parece absolutamente tranquilo, como si hubiera estado haciendo el
crucigrama del Seattle Times. Qué injusto. ¿No le afecta lo más mínimo mi
presencia? Me mira de reojo y deja escapar un ligero suspiro. Vale, le afecta, y la
pequeña diosa que llevo dentro menea las caderas y baila una samba para celebrar
la victoria. Los hombres de negocios se bajan en la primera planta. Solo nos queda
una.
—Te has lavado los dientes —me dice mirándome fijamente.
—He utilizado tu cepillo.
Sus labios esbozan una media sonrisa.
—Ay, Anastasia Steele, ¿qué voy a hacer contigo?
Las puertas se abren en la planta baja, me coge de la mano y tira de mí.
—¿Qué tendrán los ascensores? —murmura para sí mismo cruzando el
vestíbulo a grandes zancadas.
Lucho por mantener su paso, porque todo mi raciocinio se ha quedado
desparramado por el suelo y las paredes del ascensor número 3 del hotel
Heathman.