Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 78
—¿Qué te hace tanta gracia? —me pregunta.
Como no me atrevo a decírselo, no levanto los ojos del plato. Mientras me como
el último trozo de tortita, alzo la mirada. Me observa con ojos escrutadores.
—Buena chica —me dice—. Te llevaré a casa en cuanto te hayas secado el pelo.
No quiero que te pongas enferma.
Sus palabras tienen algo de promesa implícita. ¿Qué quiere decir? Me levanto de
la mesa. Por un segundo me pregunto si debería pedirle permiso, pero descarto la
idea. Me parece que sentaría un precedente peligroso. Me dirijo a su habitación,
pero una idea me detiene.
—¿Dónde has dormido?
Me giro para mirarlo. Está todavía sentado a la mesa del comedor. No veo
mantas ni sábanas por la sala. Quizá las haya recogido ya.
—En mi cama —me responde, de nuevo con mirada impasible.
—Oh.
—Sí, para mí también ha sido toda una novedad —me dice sonriendo.
—Dormir con una mujer… sin sexo.
Sí, digo «sexo». Y me ruborizo, por supuesto.
—No —me contesta moviendo la cabeza y frunciendo el ceño, como si acabara
de recordar algo desagradable—. Sencillamente dormir con una mujer.
Coge el periódico y sigue leyendo.
¿Qué narices significa eso? ¿Nunca ha dormido con una mujer? ¿Es virgen? Lo
dudo, la verdad. Me quedo mirándolo sin terminar de creérmelo. Es la persona
más enigmática que he conocido nunca. Caigo en la cuenta de que he dormido con
Christian Grey y me daría cabezazos contra la pared. ¿Cuánto habría dado por
estar consciente y verlo dormir? Verlo vulnerable. Me cuesta imaginarlo. Bueno, se
supone que lo descubriré todo esta misma noche.
Ya en el dormitorio, busco en una cómoda y encuentro el secador. Me seco el
pelo como puedo, dándole forma con los dedos. Cuando he terminado, voy al
cuarto de baño. Quiero cepillarme los dientes. Veo el cepillo de Christian. Sería
como metérmelo a él en la boca. Mmm… Miro rápidamente hacia la puerta,
sintiéndome culpable, y toco las cerdas del cepillo. Están húmedas. Debe de
haberlo utilizado ya. Lo cojo a toda prisa, extiendo pasta de dientes y me los cepillo
en un santiamén. Me siento como una chica mala. Resulta muy emocionante.
Recojo la camiseta, el sujetador y las bragas de ayer, los meto en la bolsa que me