Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 74

—No se trata de eso. ¿Por qué tendrías que comprarme esta ropa? —Porque puedo. Sus ojos despiden un destello malicioso. —El hecho de que puedas no implica que debas —le respondo tranquilamente. Me mira alzando una ceja, con ojos brillantes, y de repente me da la sensación de que estamos hablando de otra cosa, pero no sé de qué. Y eso me recuerda… —¿Por qué me mandaste los libros, Christian? —le pregunto en tono suave. Deja los cubiertos y me mira fijamente, con una insondable emoción ardiendo en sus ojos. Maldita sea… Se me seca la boca. —Bueno, cuando casi te atropelló el ciclista… y yo te sujetaba entre mis brazos y me mirabas diciéndome: «Bésame, bésame, Christian»… —Se calla un instante y se encoge de hombros—. Bueno, creí que te debía una disculpa y una advertencia. —Se pasa una mano por el pelo—. Anastasia, no soy un hombre de flores y corazones. No me interesan las historias de amor. Mis gustos son muy peculiares. Deberías mantenerte alejada de mí. —Cierra los ojos, como si se negara a aceptarlo—. Pero hay algo en ti que me impide apartarme. Supongo que ya lo habías imaginado. De repente ya no siento hambre. ¡No puede apartarse de mí! —Pues no te apartes —susurro. Se queda boquiabierto y con los ojos como platos. —No sabes lo que dices. —Pues explícamelo. Nos miramos fijamente. Ninguno de los dos toca la comida. —Entonces sí que vas con mujeres… —le digo. Sus ojos brillan divertidos. —Sí, Anastasia, voy con mujeres. Hace una pausa para que asimile la información y de nuevo me ruborizo. Se ha vuelto a romper el filtro que separa mi cerebro de la boca. No puedo creerme que haya dicho algo así en voz alta. —¿Qué planes tienes para los próximos días? —me pregunta en tono suave. —Hoy trabajo, a partir del mediodía. ¿Qué hora es? —exclamo asustada. —Poco más de las diez. Tienes tiempo de sobra. ¿Y mañana?