Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 60
Su tono es tan… tan dictatorial. El controlador obsesivo de siempre. Lo imagino
como a un director de cine de los viejos tiempos, con pantalones de montar, un
megáfono pasado de moda y una fusta. La imagen me provoca una carcajada.
—Eres tan… dominante —le digo riéndome.
—Ana, contéstame: ¿dónde cojones estás?
Christian Grey diciendo palabrotas. Vuelvo a reírme.
—En Portland… Bastante lejos de Seattle.
—¿Dónde exactamente?
—Buenas noches, Christian.
—¡Ana!
Cuelgo. Vaya, no me ha dicho nada de los libros. Frunzo el ceño. Misión no
cumplida. Estoy bastante borracha, la verdad. La cabeza me da vueltas mientras
avanzo en la cola. Bueno, el objetivo era emborracharse, y lo he conseguido. Ya veo
lo que es… Me temo que no merece la pena repetirlo. La cola ha avanzado y ya me
toca. Observo embobada el póster de la puerta del cuarto de baño, que ensalza las
virtudes del sexo seguro. Maldita sea, ¿acabo de llamar a Christian Grey? Mierda.
Me suena el teléfono, pego un salto y grito del susto.
—Hola —digo en voz baja.
No había previsto que me llamara.
—Voy a buscarte —me dice.
Y cuelga. Solo Christian Grey podría hablar con tanta tranquilidad y parecer tan
amenazador a la vez.
Maldita sea. Me subo los vaqueros. El corazón me late a toda prisa. ¿Viene a
buscarme? Oh, no. Voy a vomitar… no… Estoy bien. Espera. Me estoy montando
una película. No le he dicho dónde estaba. No puede encontrarme. Además,
tardaría horas en llegar desde Seattle, y para entonces haría mucho que nos
habríamos marchado. Me lavo las manos y me miro en el espejo. Estoy roja y
ligeramente desenfocada. Uf… tequila.
Espero una eternidad en la barra, hasta que me dan una jarra grande de cerveza,
y por fin vuelvo a la mesa.
—Has tardado un siglo —me riñe Kate—. ¿Dónde estabas?
—Haciendo cola para el baño.
José y Levi discuten acaloradamente sobre el equipo de béisbol de nuestra