Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 448
suave ante en mi piel, recorriéndome… Madre mía. Súbitamente, desaparece.
Luego, de golpe, un latigazo seco en el vientre.
—¡Aaaggghhh! —grito.
Me coge por sorpresa. No me duele exactamente; más bien me produce un
fuerte hormigueo por todo el cuerpo. Y entonces me vuelve a azotar. Más fuerte.
—¡Aaahhh!
Quiero moverme, retorcerme, escapar, o disfrutar de cada golpe, no lo sé…
resulta tan irresistible… No puedo tirar de los brazos, tengo las piernas atrapadas,
estoy bien sujeta. Vuelve a atizarme, esta vez en los pechos. Grito. Es una dulce
agonía, soportable… placentera; no, no de forma inmediata, pero, con cada nuevo
golpe, mi piel canta en perfecto contrapunto con la música que me suena en la
cabeza, y me veo arrastrada a una parte oscurísima de mi psique que se rinde a
esta sensación tan erótica. Sí… ya lo capto. Me azota en la cadera, luego asciende
con golpes rápidos por el vello púbico, sigue por los muslos, por la cara interna,
sube de nuevo, por las caderas. Continúa mientras la música alcanza un clímax y
entonces, de repente, para de sonar. Y él también se detiene. Luego comienza el
canto otra vez, in crescendo, y él me rocía de golpes y yo gruño y me retuerzo. De
nuevo para, y no se oye nada, salvo mi respiración entrecortada y mis jadeos
descontrolados. Eh… ¿qué pasa? ¿Qué va a hacer ahora? La excitación es casi
insoportable. He entrado en una zona muy oscura, muy carnal.
Noto que la cama se mueve y que él se coloca por encima de mí, y el himno
vuelve a empezar. Lo tiene en modo repetición. Esta vez son su nariz y sus labios
los que me acarician… se pasean por mi cuello y mi clavícula, besándome,
chupándome… descienden por mis pechos… ¡Ah! Tira de un pezón y luego del
otro, paseándome la lengua alrededor de uno mientras me pellizca
despiadadamente el otro con los dedos… Gimo, muy fuerte, creo, aunque no me
oigo. Estoy perdida, perdida en él… perdida en esas voces astrales y seráficas…
perdida en todas estas sensaciones de las que no puedo escapar… completamente
a merced de sus manos expertas.
Desciende hasta el vientre, trazando círculos con la lengua alrededor del
ombligo, siguiendo el camino del látigo y del guante. Gimo. Me besa, me chupa,
me mordisquea… sigue bajando… y de pronto tengo su lengua ahí, en la
conjunción de los muslos. Echo la cabeza hacia atrás y grito, a punto d