Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 434

De: Anastasia SteeleFecha: 3 de junio de 2011 13:10 ESTPara: Christian GreyAsunto: Disculpas aceptadas Están cerrando las puertas. Ya no vas a oír ni un solo pitido más de mí, y menos con tu sordera.Hasta luego. Ana x Apago la BlackBerry, incapaz de librarme de la angustia. A Christian le pasa algo. Puede que «el problema» se le haya escapado de las manos. Me recuesto en el asiento, mirando el compartimento portaequipajes donde he guardado mis bolsas. Esta mañana, con la ayuda de mi madre, le he comprado a Christian un pequeño obsequio para agradecerle los viajes en primera y el vuelo sin motor. Sonrío al recordar la experiencia del planeador… una auténtica gozada. Aún no sé si le daré la tontería que le he comprado. Igual le parece infantil; o, si está de un humor raro, igual no. Por una parte estoy deseando volver, pero por otra temo lo que me espera al final del viaje. Mientras repaso mentalmente las distintas posibilidades acerca de cuál puede ser «el problema», caigo en la cuenta de que, una vez más, el único sitio libre es el que está a mi lado. Meneo la cabeza al pensar que quizá Christian haya pagado por la plaza contigua para que no hable con nadie. Descarto la idea por absurda: seguro que no puede haber nadie tan controlador, tan celoso. Cuando el avión entra en pista, cierro los ojos. Ocho horas después, salgo a la terminal de llegadas del Sea-Tac y me encuentro a Taylor esperándome, sosteniendo en alto un letrero que reza SEÑORITA A. STEELE. ¡Qué fuerte! Pero me alegro de verlo. —¡Hola, Taylor! —Señorita Steele —me saluda con formalidad, pero detecto un destello risueño en sus intensos ojos marrones. Va tan impecable como siempre: elegante traje gris marengo, camisa blanca y corbata también gris. —Ya te conozco, Taylor, no necesitabas el cartel. Además, te agradecería que me llamaras Ana. —Ana. ¿Me permite que le lleve el equipaje? —No, ya lo llevo yo. Gracias. Aprieta los labios visiblemente. —Pero si te quedas más tranquilo llevándolo tú… —farfullo. —Gracias. —Me coge la mochila y el trolley recién comprado para la ropa que me ha regalado mi madre—. Por aquí, señora.