Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 412

—¡Ni yo quiero quedarme! Bueno, al menos hasta dentro de unos años. Christian parpadea perplejo, luego se relaja visiblemente. Vale. Christian no quiere tener hijos. ¿Solo ahora o nunca? Me tiene alucinada su súbito arranque de sinceridad sin precedentes. ¿Será por el madrugón? ¿El agua de Georgia? ¿El aire de este estado? ¿Qué más quiero saber? Carpe diem. —Bueno, ¿qué pasó entonces con las otras cuatro? —pregunto. —Una conoció a otro. Las otras tres querían… más. A mí entonces no me apetecía más. —¿Y las demás? —insisto. Me mira un instante y niega con la cabeza. —No salió bien. Vaya, un montón de información que procesar. Miro por el retrovisor del coche y detecto el suave crescendo de rosas y aguamarina en el cielo a nuestra espalda. El amanecer nos sigue. —¿Adónde vamos? —pregunto, perpleja. Estamos en la interestatal 95 y nos dirigimos hacia el sur, es lo único que sé. —Vamos a un campo de aviación. —No iremos a volver a Seattle, ¿verdad? —digo alarmada. No me he despedido de mi madre. Y además nos espera para cenar. Se echa a reír. —No, Anastasia, vamos a disfrutar de mi segundo pasatiempo favorito. —¿Segundo? —lo miro ceñuda. —Sí. Esta mañana te he dicho cuál era mi favorito. Contemplo su magnífico perfil, ceñuda, devanándome los sesos. —Disfrutar de ti, señorita Steele. Eso es lo primero de mi lista. De todas las formas posibles. Ah. —Sí, también yo lo tengo en mi lista de perversiones favoritas —murmuro ruborizándome. —Me complace saberlo —responde con sequedad. —¿A un campo de aviación, dices? Me sonríe.