Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 411

Su voz suena profunda, introspectiva incluso, y deja la frase suspendida entre los dos, terminándola de nuevo con esa poderosa palabrita. —¿Y tú no? —le suelto antes de poder activar mi filtro de pensamientos. Mierda, ¿acaso quiero saberlo? Niega con la cabeza. —Yo nunca he querido más, hasta que te conocí a ti. Doy un respingo, anonadada. ¿No es eso lo que yo quiero? ¡Él también quiere más! ¡Quiere más! La diosa que llevo dentro se ha bajado del podio de un salto mortal y se ha puesto a dar volteretas laterales por todo el estadio. No soy solo yo. —¿Qué pasó con las otras catorce? —pregunto. Venga, está hablando, aprovéchate. —¿Quieres una lista? ¿Divorciada, decapitada, muerta? —No eres Enrique VIII. —Vale. Sin seguir ningún orden en particular, solo he tenido relaciones largas con cuatro mujeres, aparte de Elena. —¿Elena? —Para ti, la señora Robinson. Esboza esa sonrisa suya del que sabe algo que los demás ignoran. ¡Elena! Vaya. La malvada tiene nombre, y de resonancias exóticas. De pronto imagino a una espléndida vampiresa de piel clara, pelo negro como el azabache y labios de un rojo rubí, y sé que es hermosa. No debo obsesionarme. No debo obsesionarme. —¿Qué fue de esas cuatro? —pregunto para distraer mi mente. —Qué inquisitiva, qué ávida de información, señorita Steele —me reprende en tono burlón. —Mira quién habla, don Cuándo-te-toca-la-regla. —Anastasia, un hombre debe saber esas cosas. —¿Ah, sí? —Yo sí. —¿Por qué? —Porque no quiero que te quedes embarazada.