Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 405
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Christian está en una jaula con barrotes de acero. Lleva sus vaqueros gastados y
rajados, el pecho y los pies deliciosamente desnudos, y me mira fijamente. Tiene
grabada en su hermoso rostro esa sonrisa suya de saber algo que los demás no
saben, y sus ojos son de un gris intenso. En las manos lleva un cuenco de fresas. Se
acerca con atlética elegancia al frente de la jaula, mirándome fijamente. Coge una
fresa grande y madura y saca la mano por entre los barrotes.
—Come —me dice, sus labios acariciando cada sonido de la palabra.
Intento acercarme a él, pero estoy atada, una fuerza invisible me retiene
sujetándome por la muñeca. Suéltame.
—Ven, come —dice, regalándome una de sus deliciosas sonrisas de medio lado.
Tiro y tiro… ¡suéltame! Quiero chillar y gritar, pero no me sale ningún sonido.
Estoy muda. Christian estira un poco más el brazo y la fresa me roza los labios.
—Come, Anastasia.
Su boca pronuncia mi nombre alargando de forma sensual cada sílaba.
Abro la boca y muerdo, la jaula desaparece y dejo de estar atada. Alargo la
mano para acariciarlo, pasear los dedos por el vello de su pecho.
—Anastasia.
No… Gimo.
—Vamos, nena.
No… Quiero acariciarte.
—Despierta.
No. Por favor… Abro a regañadientes los ojos una décima de segundo. Estoy en
la cama y alguien me besuquea la oreja.
—Despierta, nena —me susurra, y el efecto de su voz dulce se extiende como
caramelo caliente por mis venas.
Es Christian. Dios… aún es de noche, y el recuerdo de mi sueño persiste,