Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 394
por fin vamos a tener esa conversación. Yo también estoy desnuda, ninguno de los
dos tiene donde esconderse, salvo quizá en la bañera. Respiro hondo, paso por
delante de él y me meto en el agua. La encuentro deliciosamente templada,
relajante y profunda. Me disuelvo en la espuma fragante y lo miro, oculta entre las
pompas.
—Solo me pregunto cómo serías si no la hubieras conocido, si ella no te hubiera
introducido en ese… estilo de vida.
Suspira y se mete en la bañera, enfrente de mí, con la mandíbula apretada por la
tensión, los ojos vidriosos. Cuando sumerge con elegancia su cuerpo en el agua,
procura no rozarme siquiera. Dios… ¿tanto lo he enojado?
Me mira impasible, con expresión insondable, sin decir nada. De nuevo se hace
el silencio entre nosotros, pero yo no voy a romperlo. Te toca ti, Grey… esta vez no
voy a ceder. Mi subconsciente está nerviosa, se muerde las uñas con desesperación.
A ver quién puede más. Christian y yo nos miramos; no pienso claudicar. Al final,
tras lo que parece una eternidad, mueve la cabeza y sonríe.
—De no haber sido por la señora Robinson, probablemente habría seguido los
pasos de mi madre biológica.
¡Uf…! Lo miro extrañada. ¿En la adicción al crack o en la prostitución? ¿En
ambas, quizá?
—Ella me quería de una forma que yo encontraba… aceptable —añade
encogiéndose de hombros.
¿Qué coño significa eso?
—¿Aceptable? —susurro.
—Sí. —Me mira fijamente—. Me apartó del camino de autodestrucción que yo
había empezado a seguir sin darme cuenta. Resulta muy difícil crecer en una
familia perfecta cuando tú no eres perfecto.
Oh, no. Se me seca la boca mientras digiero esas palabras. Me mira con una
expresión indescifrable. No me va a contar más. Qué frustrante. Mi mente no para
de dar vueltas… lo veo tan lleno de desprecio por sí mismo. Y la señora Robinson
lo quería. Maldita sea… ¿lo seguirá queriendo? Me siento como si me hubieran
dado una patada en el estómago.
—¿Aún te quiere?
—No lo creo, no de ese modo. —Frunce el ceño como si nunca se le hubiera
ocurrido—. Ya te digo que fue hace mucho. Es algo del pasado. No podría
cambiarlo aunque quisiera, que no quiero. Ella me salvó de mí mismo. —Está