Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 333

Obedezco y, con un solo movimiento pasmosamente rápido, me quita el vestido como un mago, agarrándolo por el bajo y sacándomelo suavemente por la cabeza. —¡Tachán! —dice travieso. Río y aplaudo educadamente. Él hace una elegante reverencia, riendo también. ¿Cómo voy a resistirme a él cuando es así? Deja mi vestido en la silla solitaria que hay junto a la cómoda. —¿Cuál es el siguiente truco? —inquiero provocadora. —Ay, mi querida señorita Steele. Métete en la cama —gruñe—, que enseguida lo vas a ver. —¿Crees que por una vez debería hacerme la dura? —pregunto coqueta. Abre mucho los ojos, asombrado, y veo en ellos un destello de excitación. —Bueno… la puerta está cerrada; no sé cómo vas a evitarme —dice burlón—. Me parece que el trato ya está hecho. —Pero soy buena negociadora. —Y yo. —Me mira, pero, al hacerlo, su expresión cambia; la confusión se apodera de él y la atmósfera de la habitación varía bruscamente, tensándose—. ¿No quieres follar? —pregunta. —No —digo. —Ah. Frunce el ceño. Vale, allá va… respira hondo. —Quiero que me hagas el amor. Se queda inmóvil y me mira alucinado. Su expresión se oscurece. Mierda, esto no pinta bien. ¡Dale un minuto!, me espeta mi subconsciente. —Ana, yo… Se pasa las manos por el pelo. Las dos. Está verdaderamente desconcertado. —Pensé que ya lo habíamos hecho —dice al fin. —Quiero tocarte. Se aparta un paso de mí, involuntariamente; por un instante parece asustado, luego se refrena. —Por favor —le susurro. Se recupera.