Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 323

Me acerco más y, pegada a él, tiro con suavidad de su pelo, acerco su boca a la mía y lo beso, introduciendo la lengua entre sus labios hasta entrar en su boca. Gruñe, y me abraza, me aprieta contra su cuerpo. Me hunde las manos en el pelo y me devuelve el beso, fuerte y posesivo. Su lengua y la mía se enredan, se consumen la una a la otra. Sabe de maravilla. De pronto se aparta. Los dos respiramos con dificultad y nuestros jadeos se suman. Bajo las manos a sus brazos y él me mira furioso. —¿Qué me estás haciendo? —susurra confundido. —Besarte. —Me has dicho que no. —¿Qué? ¿No a qué? —En el comedor, cuando has juntado las piernas. Ah… así que es eso. —Estábamos cenando con tus padres. Lo miro fijamente, atónita. —Nadie me ha dicho nunca que no. Y eso… me excita. Abre mucho los ojos de asombro y lujuria. Una mezcla embriagadora. Trago saliva instintivamente. Me baja la mano al trasero. Me atrae con fuerza hacia sí, contra su erección. Madre mía. —¿Estás furioso y excitado porque te he dicho que no? —digo alucinada. —Estoy furioso porque no me habías contado lo de Georgia. Estoy furioso porque saliste de copas con ese tío que intentó seducirte cuando estabas borracha y te dejó con un completo desconocido cuando te pusiste enferma. ¿Qué clase de amigo es ese? Y estoy furioso y excitado porque has juntado las piernas cuando he querido tocarte. Le brillan los ojos peligrosamente mientras me sube despacio el bajo del vestido. —Te deseo, y te deseo ahora. Y si no me vas a dejar que te azote, aunque te lo mereces, te voy a follar en el sofá ahora mismo, rápido, para darme placer a mí, no a ti. El vestido apenas me tapa ya el trasero desnudo. De pronto, me coge el sexo con la mano y me mete un dedo muy despacio. Con la otra mano, me sujeta firmemente por la cintura. Contengo un gemido.