Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 317
ojos localizan de inmediato a Christian. Se ruboriza y lo mira entornando los ojos
de largas pestañas impregnadas de rímel. ¿Qué?
En algún lugar de la casa empieza a sonar el teléfono.
—Disculpadme.
El señor Grey se levanta de nuevo y sale.
—Gracias, Gretchen —le dice Grace amablemente, frunciendo el ceño al ver salir
al señor Grey—. Deja la bandeja en el aparador, por favor.
Gretchen asiente y, tras otra mirada furtiva a Christian, se marcha.
Así que los Grey tienen servicio, y el servicio mira de reojo a mi futuro amo.
¿Podría ir peor esta velada? Me miro ceñuda las manos, que tengo en el regazo.
Vuelve el señor Grey.
—Preguntan por ti, cariño. Del hospital —le dice a Grace.
—Empezad sin mí, por favor.
Grace sonríe mientras me pasa un plato y se va.
Huele delicioso: chorizo y vieiras con pimientos rojos asados y chalotas,
salpicado de perejil. A pesar de que tengo el estómago revuelto por las amenazas
de Christian, de las miradas subrepticias de la bella Coletitas y del desastre de mi
ropa interior desaparecida, me muero de hambre. Me ruborizo al caer en la cuenta
de que ha sido el esfuerzo físico de esta tarde lo que me ha dado tanto apetito.
Al poco regresa Grace, con el ceño fruncido. El señor Grey ladea la cabeza…
como Christian.
—¿Va todo bien?
—Otro caso de sarampión —suspira Grace.
—Oh, no.
—Sí, un niño. El cuarto caso en lo que va de mes. Si la gente vacunara a sus
hijos… —Menea la cabeza con tristeza, luego sonríe—. Cuánto me alegro de que
nuestros hijos nunca pasaran por eso. Gracias a Dios, nunca cogieron nada peor
que la varicela. Pobre Elliot —dice mientras se sienta, sonriendo indulgente a su
hijo. Elliot frunce el ceño a medio bocado y se remueve incómodo en el asiento—.
Christian y Mia tuvieron suerte. Ellos la cogieron muy flojita, algún granito nada
más.
Mia ríe como una boba y Christian pone los ojos en blanco.
—Papá, ¿viste el partido de los Mariners? —pregunta Elliot, visiblemente