Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 311

que lo haría, si él me lo pidiera… siempre que no me haga daño y sea la única forma de estar con él. Eso es lo importante. Quiero estar con él. La diosa que llevo dentro suspira de alivio. Llego a la conclusión de que rara vez usa la cabeza para pensar, sino más bien otra parte esencial de su anatomía, que últimamente anda bastante expuesta. —No lo hagas —murmura. Frunzo el ceño y me vuelvo hacia él. —¿Que no haga el qué? No lo he tocado. —No les des tantas vueltas a las cosas, Anastasia. —Alarga el brazo, me coge la mano, se la lleva a los labios y me besa los nudillos con suavidad—. Lo he pasado estupendamente esta tarde. Gracias. Y ya ha vuelto a mí otra vez. Lo miro extrañada y sonrío tímidamente. Me confunde. Le pregunto algo que me ha estado intrigando. —¿Por qué has usado una brida? Me sonríe. —Es rápido, es fácil y es una sensación y una experiencia distinta para ti. Sé que parece bastante brutal, pero me gusta que las sujeciones sean así. —Sonríe levemente—. Lo más eficaz para evitar que te muevas. Me sonrojo y miro nerviosa a Taylor, que se muestra impasible, con los ojos en la carretera. ¿Qué se supone que debo decir a eso? Christian se encoge de hombros con gesto inocente. —Forma parte de mi mundo, Anastasia. Me aprieta la mano, me suelta, y vuelve a mirar por la ventana. Su mundo, claro, al que yo quiero pertenecer, pero ¿con sus condiciones? Pues no lo sé. No ha vuelto a mencionar ese maldito contrato. Mis reflexiones íntimas no me animan mucho. Miro por la ventanilla y el paisaje ha cambiado. Cruzamos uno de los puentes, rodeados de una profunda oscuridad. La noche sombría refleja mi estado de ánimo introspectivo, cercándome, asfixiándome. Miro un instante a Christian, y veo que me está mirando. —¿Un dólar por tus pensamientos? —dice. Suspiro y frunzo el ceño. —¿Tan malos son? —dice.