Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 303
que resultaría tan agotador? Siento todo mi cuerpo saciado, deliciosamente pesado.
La diosa que llevo dentro tiene puesto un cartel de NO MOLESTAR en la puerta
de su cuarto.
Christian se mueve por la periferia de mi campo de visión. Se me empiezan a
cerrar los ojos.
—La aburro, ¿verdad, señorita Steele?
Me despierto de golpe y tengo a Christian delante, de brazos cruzados,
mirándome furioso. Mierda, me ha pillado echando una cabezadita; esto no va a
terminar bien. Su mirada se suaviza cuando lo miro.
—Levántate —me ordena.
Me pongo en pie con cautela. Me mira y esboza una sonrisa.
—Estás destrozada, ¿verdad?
Asiento tímidamente, ruborizándome.
—Aguante, señorita Steele. —Frunce los ojos—. Yo aún no he tenido bastante de
ti. Pon las manos al frente como si estuvieras rezando.
Lo miro extrañada. ¡Rezando! Rezando para que tengas compasión de mí. Hago
lo que me pide. Coge una brida para cables y me sujeta las muñecas con ella,
apretando el plástico. Madre mía. Lo miro de pronto.
—¿Te resulta familiar? —pregunta sin poder ocultar la sonrisa.
Dios… las bridas de plástico para cables. ¡Aprovisionándose en Clayton’s!
Ahogo un gemido y la adrenalina me recorre de nuevo el cuerpo entero; ha
conseguido llamar mi atención, ya estoy despierta.
—Tengo unas tijeras aquí. —Las sostiene en alto para que yo las vea—. Te las
puedo cortar en un segundo.
Intento separar las muñecas, poniendo a prueba la atadura y, al hacerlo, se me
clava el plástico en la piel. Resulta doloroso, pero si me relajo mis muñecas están
bien; la atadura no me corta la piel.
—Ven.
Me coge de las manos y me lleva a la cama de cuatro postes. Me doy cuenta
ahora de que tiene puestas sábanas de un rojo oscuro y un grillete en cada esquina.
—Quiero más… muchísimo más —me susurra al oído.
Y el corazón se me vuelve a acelerar. Madre mía.
—Pero seré rápido. Estás cansada. Agárrate al poste —dice.