Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 300
más alta recorriendo mi cintura.
Esta vez, cuando me atiza en el mismo sitio, lo espero. Todo mi cuerpo se
sacude por el azote dolorosamente dulce.
Mientras da vueltas a mi alrededor, me atiza de nuevo, esta vez en el pezón, y
yo echo la cabeza hacia atrás ante el zumbido de mis terminaciones nerviosas. Me
da en el otro: un castigo breve, rápido y dulce. Su ataque me endurece y alarga los
pezones, y gimo ruidosamente, tirando de las muñequeras de cuero.
—¿Te gusta esto? —me dice.
—Sí.
Me vuelve a azotar en el culo. Esta vez me duele.
—Sí, ¿qué?
—Sí, señor —gimoteo.
Se detiene, pero ya no lo veo. Tengo los ojos cerrados, intentando digerir la
multitud de sensaciones que recorren mi cuerpo. Muy despacio, me rocía de
pequeños picotazos con la fusta por el vientre, hacia abajo. Sé adónde se dirige y
trato de mentalizarme, pero cuando me atiza en el clítoris, grito con fuerza.
—¡Por favor! —gruño.
—Calla —me ordena, y me vuelve a dar en el trasero.
No esperaba que esto fuera así… Estoy perdida. Perdida en un mar de
sensaciones. De pronto arrastra la fusta por mi sexo, entre el vello púbico, hasta la
entrada de la vagina.
—Mira lo húmeda que te ha puesto esto, Anastasia. Abre los ojos y la boca.
Hago lo que me dice, completamente seducida. Me mete la punta de la fusta en
la boca, como en mi sueño. Madre mía.
—Mira cómo sabes. Chupa. Chupa fuerte, nena.
Cierro la boca alrededor de la fusta y lo miro fijamente. Noto el fuerte sabor del
cuero y el sabor salado de mis fluidos. Le centellean los ojos. Está en su elemento.
Me saca la fusta de la boca, se inclina hacia delante, me agarra y me besa con
fuerza, invadiéndome la boca con su lengua. Me rodea con los brazos y me
estrecha contra su cuerpo. Su pecho aprisiona el mío y yo me muero de ganas por
tocar, pero con las manos atadas por encima de la cabeza, no puedo.
—Oh, Anastasia, sabes fenomenal —me dice—. ¿Hago que te corras?
—Por favor —le suplico.