Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 294

—Sírvete ensalada —dice en voz baja—. Dime, ¿por qué método has optado? La pregunta me deja descolocada temporalmente, hasta que caigo en la cuenta de que me habla de la visita de la doctora Greene. —La minipíldora. Frunce el ceño. —¿Y te acordarás de tomártela todos los días a la misma hora? Maldita sea, pues claro que sí. ¿Cómo lo sabe? Me acaloro de pensarlo: probablemente de una o más de las quince. —Ya te encargarás tú de recordármelo —espeto. Me mira entre divertido y condescendiente. —Me pondré una alarma en la agenda. —Sonríe satisfecho—. Come. La ensalada César está deliciosa. Para mi sorpresa, estoy muerta de hambre y, por primera vez desde que hemos comido juntos, termino antes que él. El vino tiene un sabor fresco, limpio y afrutado. —¿Impaciente como de costumbre, señorita Steele? —sonríe mirando mi plato vacío. Lo miro con los ojos entornados. —Sí —susurro. Se le entrecorta la respiración. Y, mientras me mira fijamente, noto que la atmósfera entre los dos va cambiando, evolucionando… se carga. Su mirada pasa de impenetrable a ardiente, y me arrastra consigo. Se levanta, reduciendo la distancia entre los dos, y me baja del taburete a sus brazos. —¿Quieres hacerlo? —dice mirándome fijamente. —No he firmado nada. —Lo sé… pero últimamente te estás saltando todas las normas. —¿Me vas a pegar? —Sí, pero no para hacerte daño. Ahora mismo no quiero castigarte. Si te hubiera pillado anoche… bueno, eso habría sido otra historia. Madre mía. Quiere hacerme daño… ¿y qué hago yo ahora? Me cuesta disimular el horror que me produce. —Que nadie intente convencerte de otra cosa, Anastasia: una de las razones por las que la gente como yo hace esto es porque le gusta infligir o sentir dolor. Así de