Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 291
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La doctora Greene es alta y rubia y va impecable, vestida con un traje de chaqueta
azul marino. Me recuerda a las mujeres que trabajan en la oficina de Christian. Es
como un modelo de retrato robot, otra rubia perfecta. Lleva la melena recogida en
un elegante moño. Tendrá unos cuarenta y pocos.
—Señor Grey.
Estrecha la mano que le tiende Christian.
—Gracias por venir habiéndola avisado con tan poca antelación —dice
Christian.
—Gracias a usted por compensármelo sobradamente, señor Grey. Señorita
Steele.
Sonríe; su mirada es fría y observadora.
Nos damos la mano y enseguida sé que es una de esas mujeres que no soportan
a la gente estúpida. Al igual que Kate. Me cae bien de inmediato. Le dedica a
Christian una mirada significativa y, tras un instante incómodo, él capta la
indirecta.
—Estaré abajo —murmura, y sale de lo que va a ser mi dormitorio.
—Bueno, señorita Steele. El señor Grey me paga una pequeña fortuna para que
la atienda. Dígame, ¿qué puedo hacer por usted?
Tras un examen en profundidad y una larga charla, la doctora Greene y yo nos
decidimos por la minipíldora. Me hace una receta previamente abonada y me
indica que vaya a recoger las píldoras mañana. Me encanta su seriedad: me ha
sermoneado hasta ponerse azul como su traje sobre la importancia de tomarla
siempre a la misma hora. Y noto que se muere de curiosidad por saber qué
«relación» tengo con el señor Grey. Yo no le doy detalles. No sé por qué intuyo que
no estaría tan serena y relajada si hubiera visto el cuarto rojo del dolor. Me
ruborizo al pasar por delante de su puerta cerrada y volvemos abajo, a la galería de
arte que es el salón de Christian.