Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 284
Elliot admira su obra. Nos ha reconectado la tele al satélite del piso de Pike Place
Market. Kate y yo nos tiramos al sofá, riendo como bobas, impresionadas por su
habilidad con el taladro eléctrico. La tele de plasma queda rara sobre el fondo de
ladrillo visto del almacén reconvertido, pero ya me acostumbraré.
—¿Ves, nena? Fácil.
Le dedica una sonrisa de dientes blanquísimos a Kate y ella casi literalmente se
derrite en el sofá.
Les pongo los ojos en blanco a los dos.
—Me encantaría quedarme, nena, pero mi hermana ha vuelto de París y esta
noche tengo cena familiar ineludible.
—¿No puedes pasarte luego? —pregunta Kate tímidamente, con una dulzura
impropia de ella.
Me levanto y me acerco a la zona de la cocina fingiendo que voy a
desempaquetar una de las cajas. Se van a poner pegajosos.
—A ver si me puedo escapar —promete.
—Bajo contigo—dice Kate sonriendo.
—Hasta luego, Ana —se despide Elliot con una amplia sonrisa.
—Adiós, Elliot. Saluda a Christian de mi parte.
—¿Solo saludar? —Arquea las cejas como insinuando algo.
—Sí.
Me guiña el ojo y me pongo colorada mientras él sale del piso con Kate.
Elliot es un encanto, muy distinto de Christian. Es agradable, abierto, cariñoso,
muy cariñoso, demasiado cariñoso, con Kate. No se quitan las manos de encima el
uno al otro; lo cierto es que llega a resultar violento… y yo me pongo verde de
envidia.
Kate vuelve unos veinte minutos después con pizza; nos sentamos, rodeadas de
cajas, en nuestro nuevo y diáfano espacio, y nos la comemos directamente de la
caja. La verdad es que el padre de Kate se ha portado. El piso no es un palacio,
pero sí lo bastante grande: tres dormitorios y un salón inmenso con vistas a Pike
Place Market. Son todo suelos de madera maciza y ladrillo rojo, y las superficies de
la cocina son de hormigón pulido, muy práctico, muy actual. A las dos nos encanta
el hecho de que vamos a estar en pleno centro de la ciudad.