Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 257
con los ojos encendidos. Descruzo las piernas tímidamente. ¿Salgo corriendo? Se
acabó: nuestra relación pende de un hilo, aquí, ahora. ¿Le dejo que lo haga o me
niego y se terminó? Porque sé que, si me niego, se acabó. ¡Hazlo!, me suplica la
diosa que llevo dentro. Mi subconsciente está tan paralizada como yo.
—Estoy esperando —dice—. No soy un hombre paciente.
Oh, Dios, por todos los santos… Jadeo, asustada, excitada. La sangre me
bombea frenéticamente por todo el cuerpo, siento las piernas como flanes.
Despacio, me voy acercando a él hasta situarme a su lado.
—Buena chica —masculla—. Ahora ponte de pie.
Mierda. ¿Por qué no acaba ya con esto? No sé si voy a sostenerme en pie.
Titubeando, me levanto. Me tiende la mano y yo le doy el condón. De pronto me
agarra y me tumba sobre su regazo. Con un solo movimiento suave, ladea el
cuerpo de forma que mi tronco descansa sobre la cama, a su lado. Me pasa la
pierna derecha por encima de las mías y planta el brazo izquierdo sobre mi cintura,
sujetándome para que no me mueva. Joder.
—Sube las manos y colócalas a ambos lados de la cabeza —me ordena.
Obedezco inmediatamente.
—¿Por qué hago esto, Anastasia? —pregunta.
—Porque he puesto los ojos en blanco.
Casi no puedo hablar.
—¿Te parece que eso es de buena educación?
—No.
—¿Vas a volver a hacerlo?
—No.
—Te daré unos azotes cada vez que lo hagas, ¿me has entendido?
Muy despacio, me baja los pantalones de chándal. Jo, qué degradante.
Degradante, espeluznante y excitante. Se está pasando un montón con esto. Tengo
el corazón en la boca. Me cuesta respirar. Mierda… ¿me va a doler?
Me pone la mano en el trasero desnudo, me manosea con suavidad,
acariciándome en círculos con la mano abierta. De pronto su mano ya no está ahí…
y entonces me da, fuerte. ¡Au! Abro los ojos de golpe en respuesta al dolor e
intento levantarme, pero él me pone la mano entre los omoplatos para impedirlo.
Vuelve a acariciarme donde me ha pegado; le ha cambiado la respiración: ahora es
más fuerte y agitada. Me pega otra vez, y otra, rápido, seguido. Dios mío, duelo.