Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 214
—Toma. No quiero que cojas frío.
Parpadeo mientras la sostiene para que me la ponga. Y al pasar los brazos por
las mangas, recuerdo el momento en su despacho en que me puso la chaqueta
sobre los hombros —el día en que lo conocí—, y la impresión que me causó. Nada
ha cambiado. En realidad, ahora es más intenso. Su americana está caliente, me
viene muy grande y huele a él… delicioso.
Llega mi coche. Christian se queda boquiabierto.
—¿Ese es tu coche?
Está horrorizado. Me coge de la mano y sale conmigo a la calle. El aparcacoches
sale, me tiende las llaves, y Christian le da una propina.
—¿Está en condiciones de circular? —me pregunta fulminándome con la
mirada.
—Sí.
—¿Llegará hasta Seattle?
—Claro que sí.
—¿Es seguro?
—Sí —le contesto irritada—. Vale, es viejo, pero es mío y funciona. Me lo
compró mi padrastro.
—Anastasia, creo que podremos arreglarlo.
—¿Qué quieres decir? —De pronto lo entiendo—. Ni se te ocurra comprarme un
coche.
Me mira con el ceño fruncido y la mandíbula tensa.
—Ya veremos —me contesta.
Hace una mueca mientras me abre la puerta del conductor y me ayuda a entrar.
Me quito los zapatos y bajo la ventanilla. Me mira con expresión impenetrable y
ojos turbios.
—Conduce con prudencia —me dice en voz baja.
—Adiós, Christian —le digo con voz ronca, como si estuviera a punto de llorar.
No, no voy a llorar. Le sonrío ligeramente.
Mientras me alejo, siento una presión en el pecho, empiezan a aflorar las
lágrimas y trato de ahogar el llanto. Las lágrimas no tardan en rodar por mis
mejillas, aunque la verdad es que no entiendo por qué lloro. Me he mantenido
firme. Él me lo ha explicado todo, y ha sido claro. Me desea, pero necesito más.