Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 212
—Mañana tenemos los dos la ceremonia de la entrega de títulos.
Christian se levanta automáticamente, poniendo de manifiesto años de
arraigada urbanidad.
—No quiero que te vayas.
—Por favor… Tengo que irme.
—¿Por qué?
—Porque me has planteado muchas cosas en las que pensar… y necesito cierta
distancia.
—Podría conseguir que te quedaras —me amenaza.
—Sí, no te sería difícil, pero no quiero que lo hagas.
Se pasa la mano por el pelo mirándome detenidamente.
—Mira, cuando viniste a entrevistarme y te caíste en mi despacho, todo eran «Sí,
señor», «No, señor». Pensé que eras una sumisa nata. Pero, la verdad, Anastasia,
no estoy seguro de que tengas madera de sumisa —me dice en tono tenso
acercándose a mí.
—Quizá tengas razón —le contesto.
—Quiero tener la oportunidad de descubrir si la tienes —murmura mirándome.
Levanta un brazo, me acaricia la cara y me pasa el pulgar por el labio inferior—.
No sé hacerlo de otra manera, Anastasia. Soy así.
—Lo sé.
Se inclina para besarme, pero se detiene antes de que sus labios rocen los míos.
Busca mis ojos con la mirada, como pidiéndome permiso. Alzo los labios hacia él y
me besa, y como no sé si volveré a besarlo más, me dejo ir. Mis manos se mueven
por sí solas, se deslizan por su pelo, lo atraen hacia mí. Mi boca se abre y mi lengua
acaricia la suya. Me agarra por la nuca para besarme más profundamente,
respondiendo a mi ardor. Me desliza la otra mano por la espalda, y al llegar al final
de la columna, la detiene y me aprieta contra su cuerpo.
—¿No puedo convencerte de que te quedes? —me pregunta sin dejar de
besarme.
—No.
—Pasa la noche conmigo.
—¿Sin tocarte? No.
—Eres imposible —se queja. Se echa hacia atrás y me mira fijamente—. ¿Por qué