Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 208

Frunzo el ceño. ¿Por qué? —Tienes que confiar en mí —le digo. Me mira un instante y se relaja. —Touché, señorita Steele —me dice en tono tranquilo—. Acepto lo de la comida y lo de dormir. —¿Por qué no puedo mirarte? —Es cosa de la relación de sumisión. Te acostumbrarás. ¿Seguro? —¿Por qué no puedo tocarte? —Porque no. Aprieta los labios con obstinación. —¿Es por la señora Robinson? Me mira con curiosidad. —¿Por qué lo piensas? —E inmediatamente lo entiende—. ¿Crees que me traumatizó? Asiento. —No, Anastasia, no es por ella. Además, la señora Robinson no me aceptaría estas chorradas. Ah… pero yo sí tengo que aceptarlas. Pongo mala cara. —Entonces no tiene nada que ver con ella… —No. Y tampoco quiero que te toques. ¿Qué? Ah, sí, la cláusula de que no puedo masturbarme. —Por curiosidad… ¿por qué? —Porque quiero para mí todo tu placer —me dice en tono ronco, aunque decidido. No sé qué contestar. Por un lado, ahí está con su «Quiero morderte ese labio»; por el otro, es muy egoísta. Frunzo el ceño y pincho un trozo de bacalao intentando evaluar mentalmente qué me ha concedido. La comida y dormir. Va a tomárselo con calma, y aún no hemos hablado de los límites tolerables. Pero no estoy segura de que pueda afrontar ese tema con la comida en la mesa. —Te he dado muchas cosas en las que pensar, ¿verdad?