Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 19
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El corazón me late muy deprisa. El ascensor llega a la planta baja y salgo en cuanto
se abren las puertas. Doy un traspié, pero por suerte no me doy de bruces contra el
inmaculado suelo de piedra. Corro hacia las grandes puertas de vidrio y por fin
salgo al tonificante, limpio y húmedo aire de Seattle. Levanto la cara y agradezco la
lluvia, que me refresca. Cierro los ojos y respiro hondo, dejo que el aire me
purifique e intento recuperar la poca serenidad que me queda.
Ningún hombre me había impactado como Christian Grey, y no entiendo por
qué. ¿Porque es guapo? ¿Educado? ¿Rico? ¿Poderoso? No entiendo mi reacción
irracional. Suspiro profundamente aliviada. ¿De qué diablos va esta historia? Me
apoyo en una columna de acero del edificio y hago un gran esfuerzo por
tranquilizarme y ordenar mis pensamientos. Muevo ligeramente la cabeza. ¿Qué
ha pasado? Mi corazón recupera su ritmo habitual y puedo volver a respirar
normalmente. Me dirijo al coche.
Dejo atrás la ciudad repasando mentalmente la entrevista y empiezo a sentirme
idiota y avergonzada. Seguro que estoy reaccionando desproporcionadamente a
algo que solo existe en mi cabeza. De acuerdo, es muy atractivo, seguro de sí
mismo, dominante y se siente cómodo consigo mismo, pero por otra parte es
arrogante y, por impecables que sean sus modales, es dictador y frío. Bueno, a
primera vista. Un involuntario escalofrío me recorre la espina dorsal. Puede ser
arrogante, pero tiene derecho a serlo, porque ha conseguido grandes cosas y es
todavía muy joven. No soporta a los imbéciles, pero ¿por qué iba a hacerlo? Vuelvo
a enfadarme al pensar que Kate no me proporcionó una breve biografía.
Mientras recorro la interestatal 5, mi mente sigue divagando. Me deja de verdad
perpleja que haya gente tan empeñada en triunfar. Algunas respuestas suyas han
sido muy crípticas, como si tuviera una agenda oculta. Y las preguntas de Kate…
¡Uf! La adopción y que si era gay… Se me ponen los pelos de punta. No me puedo
creer que le haya preguntado algo así. ¡Tierra, trágame! De ahora en adelante, cada
vez que recuerde esta pregunta me moriré de vergüenza. ¡Maldita sea Katherine
Kavanagh!