Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 189
sábado fueron una excepción. No volverá a pasar.
Oigo la firme determinación detrás de su dulce voz ronca.
Frunzo los labios.
—Bueno, estoy cansada.
—¿Estás echándome?
Alza las cejas perplejo y algo afligido.
—Sí.
—Bueno, otra novedad. —Me mira interrogante—. ¿No quieres que
comentemos nada? Sobre el contrato.
—No —le contesto de mal humor.
—Ay, cuánto me gustaría darte una buena tunda. Te sentirías mucho mejor, y
yo también.
—No puedes decir esas cosas… Todavía no he firmado nada.
—Pero soñar es humano, Anastasia. —Se inclina y me agarra de la barbilla—.
¿Hasta el miércoles? —murmura.
Me besa rápidamente en los labios.
—Hasta el miércoles —le contesto—. Espera, salgo contigo. Dame un minuto.
Me siento, cojo la camiseta y lo empujo para que se levante de la cama. Lo hace
de mala gana.
—Pásame los pantalones de chándal, por favor.
Los recoge del suelo y me los tiende.
—Sí, señora.
Intenta ocultar su sonrisa, pero no lo consigue.
Lo miro con mala cara mientras me pongo los pantalones. Tengo el pelo hecho
un desastre y sé que después de que se marche voy a tener que enfrentarme a la
santa inquisidora Katherine Kavanagh. Cojo una goma para el pelo, me dirijo a la
puerta y la abro para ver si está Kate. No está en el comedor. Creo que la oigo
hablando por teléfono en su habitación. Christian me sigue. Durante el breve
recorrido entre mi habitación y la puerta de la calle mis pensamientos y mis
sentimientos fluyen y se transforman. Ya no estoy enfadada con él. De pronto me
siento insoportablemente tímida. No quiero que se marche. Por primera vez me
gustaría que fuera normal, me gustaría mantener una relación normal que no
exigiera un acuerdo de diez páginas, azotes y mosquetones en el techo de su cuarto