Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 181
estática que invade el espacio. Está sentado muy cerca de mí, con sus ojos grises
impenetrables, los codos apoyados en las rodillas y las piernas separadas. Se
inclina, me deshace una trenza muy despacio y me separa el pelo con los dedos. Se
me corta la respiración y no puedo moverme. Observo hipnotizada su mano
moviéndose hacia la otra trenza, tirando de la goma y deshaciendo la trenza con
sus largos y hábiles dedos.
—Veo que has decidido hacer un poco de ejercicio —me dice en voz baja y
melodiosa, colocándome el pelo detrás de la oreja—. ¿Por qué, Anastasia?
Me rodea la oreja con los dedos y muy suavemente, rítmicamente, tira del
lóbulo. Es muy excitante.
—Necesitaba tiempo para pensar —susurro.
Me siento como un ciervo ante los faros de un coche, como una polilla junto a
una llama, como un pájaro frente a una serpiente… y él sabe exactamente lo que
está haciendo.
—¿Pensar en qué, Anastasia?
—En ti.
—¿Y has decidido que ha sido agradable conocerme? ¿Te refieres a conocerme
en sentido bíblico?
Mierda. Me ruborizo.
—No pensaba que fueras un experto en la Biblia.
—Iba a catequesis los domingos, Anastasia. Aprendí mucho.
—No recuerdo haber leído nada sobre pinzas para pezones en la Biblia. Quizá te
dieron la catequesis con una traducción moderna.
Sus labios se arquean dibujando una ligera sonrisa y dirijo la mirada a su boca.
—Bueno, he pensado que debía venir a recordarte lo agradable que ha sido
conocerme.
Dios mío. Lo miro boquiabierta, y sus dedos se desplazan de mi oreja a mi
barbilla.
—¿Qué le parece, señorita Steele?
Sus ojos brillantes destilan una expresión de desafío. Tiene los labios
entreabiertos. Está esperando, alerta para atacar. El deseo —agudo, líquido y
provocativo— arde en lo más profundo de mi vientre. Me adelanto y me lanzo
hacia él. De repente se mueve, no tengo ni idea de cómo, y en un abrir y cerrar de
ojos estoy en la cama, inmovilizada debajo de él, con las manos extendidas y