Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 156
Come como una lima. Debe de hacer mucho ejercicio para mantener la figura. De
pronto recuerdo cómo le cae el pijama…, y la imagen me desconcentra. Me
remuevo incómoda. Me mira y me ruborizo.
—Daría cualquier cosa por saber lo que estás pensando ahora mismo
—murmura.
Me ruborizo todavía más.
Me lanza una sonrisa perversa.
—Ya me imagino… —me provoca.
—Me alegro de que no puedas leerme el pensamiento.
—El pensamiento no, Anastasia, pero tu cuerpo… lo conozco bastante bien
desde ayer —me dice en tono sugerente.
¿Cómo puede cambiar de humor tan rápido? Es tan volátil… Cuesta mucho
seguirle el ritmo.
Llama a la camarera y le pide la cuenta. Cuando ha pagado, se levanta y me
tiende la mano.
—Vamos.
Me coge de la mano y volvemos al coche. Lo inesperado de él es este contacto de
su piel, normal, íntimo. No puedo reconciliar este gesto corriente y tierno con lo
que quiere hacer en aquel cuarto… el cuarto rojo del dolor.
Hacemos el viaje de Olympia a Vancouver en silencio, cada uno sumido en sus
pensamientos. Cuando aparca frente a la puerta de casa, son las cinco de la tarde.
Las luces están encendidas, así que Kate está dentro, sin duda empaquetando, a
menos que Elliot todavía no se haya marchado. Christian apaga el motor, y
entonces caigo en la cuenta de que tengo que separarme de él.
—¿Quieres entrar? —le pregunto.
No quiero que se marche. Quiero seguir más tiempo con él.
—No. Tengo trabajo —me dice mirándome con expresión insondable.
Me miro las manos y entrelazo los dedos. De pronto me pongo en plan
sensiblero. Se va a marchar. Me coge de la mano, se la lleva lentamente a la boca y
me la besa con ternura, un gesto dulce y pasado de moda. Me da un vuelco el
corazón.
—Gracias por este fin de semana, Anastasia. Ha sido… estupendo. ¿Nos vemos
el miércoles? Pasaré a buscarte por el trabajo o por donde me digas.