Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 133
Se inclina, agarra la camisa blanca por debajo, me la quita y la tira al suelo.
Se retira para contemplarme. Dios mío, estoy completamente desnuda. Me
pongo roja y bajo la mirada hacia las manos, que están a la altura de la barriga.
Deseo desesperadamente desaparecer dentro del agua caliente y la espuma, pero
sé que no va a querer que lo haga.
—Oye —me llama.
Lo miro. Tiene la cara inclinada hacia un lado.
—Anastasia, eres muy guapa, toda tú. No bajes la cabeza como si estuvieras
avergonzada. No tienes por qué avergonzarte, y te aseguro que es todo un placer
poder contemplarte.
Me sujeta la barbilla y me levanta la cabeza para que lo mire. Sus ojos son dulces
y cálidos, incluso ardientes. Está muy cerca de mí. Podría alargar el brazo y tocarlo.
—Ya puedes sentarte —me dice interrumpiendo mis erráticos pensamientos.
Me agacho y me meto en el agradable agua caliente. Oh… me escuece, y no me
lo esperaba, pero huele de maravilla. El escozor inicial no tarda en disminuir. Me
tumbo boca arriba, cierro los ojos un instante y me relajo en la tranquilizadora
calidez. Cuando los abro, está mirándome fijamente.
—¿Por qué no te bañas conmigo? —me atrevo a preguntarle, aunque con voz
ronca.
—Sí, muévete hacia delante —me ordena.
Se quita los pantalones de pijama y se mete en la bañera detrás de mí. El agua
sube de nivel cuando se sienta y tira de mí para que me apoye en su pecho. Coloca
sus largas piernas encima de las mías, con las rodillas flexionadas y los tobillos a la
misma altura que los míos, y me abre las piernas con los pies. Me quedo
boquiabierta. Mete la nariz entre mi pelo e inhala profundamente.
—Qué bien hueles, Anastasia.
Un temblor me recorre todo el cuerpo. Estoy desnuda en una bañera con
Christian Grey. Y él también está desnudo. Si alguien me lo hubiera dicho ayer,
cuando me desperté en la suite del hotel, no le habría creído.
Coge una botella de gel del estante junto a la bañera y se echa un chorrito en la
mano. Se frota las manos para hacer una ligera capa de espuma, me las coloca
alrededor del cuello y empieza a extenderme el jabón por la nuca y los hombros,
masajeándolos con fuerza con sus largos y fuertes dedos. Gimo. Me encanta sentir
sus manos.