Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 124
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La luz que inunda la habitación me arranca del profundo sueño. Me desperezo y
abro los ojos. Es una bonita mañana de mayo, con Seattle a mis pies. Uau, qué
vista. Christian Grey está profundamente dormido a mi lado. Uau, qué vista. Me
sorprende que esté todavía en la cama. Como está de cara a mí, tengo la
oportunidad de examinarlo bien por primera vez. Su hermoso rostro parece más
joven, relajado. Sus labios, gruesos y perfilados, están ligeramente abiertos, y el
pelo, limpio y brillante, alborotado. ¿Cómo puede ser alguien tan guapo y aun así
ser legal? Recuerdo su cuarto del piso de arriba… Quizá no sea tan legal. Tengo
mucho en que pensar. Siento la tentación de alargar la mano y tocarlo, pero está
precioso dormido, como un niño pequeño. No tengo que preocuparme de lo que
digo, de lo que dice él, de sus planes, especialmente de sus planes para mí.
Podría pasarme el día contemplándolo, pero tengo mis necesidades…
fisiológicas. Salgo despacio de la cama, veo su camisa blanca en el suelo y me la
pongo. Me dirijo a una puerta pensando que puede ser el cuarto de baño, pero lo
que encuentro es un vestidor tan grande como mi habitación. Filas y filas de trajes
caros, de camisas, zapatos y corbatas. ¿Para qué necesita tanta ropa? Chasqueo la
lengua. La verdad es que el ropero de Kate seguramente no tiene nada que
envidiar a este. ¡Kate! Oh, no. No me acordé de ella en toda la noche. Se suponía
que tenía que mandarle un mensaje. Mierda. Va a enfadarse conmigo. Por un
segundo me pregunto cómo le irá con Elliot.
Vuelvo al dormitorio, en el que Christian sigue dormido. Abro la otra puerta. Es
el cuarto de baño, más grande que mi habitación. ¿Para qué necesita tanto espacio
un hombre solo? Dos lavabos, observo con ironía. Si nunca duerme con nadie, uno
de los dos no se habrá utilizado.
Me miro en el enorme espejo. ¿Parezco diferente? Me siento diferente. Para ser
sincera, estoy un poco dolorida, y los músculos… es como si no hubiera hecho
ejercicio en la vida. En la vida has hecho ejercicio, me dice mi subconsciente, que se
ha despertado y me mira frunciendo los labios y dando golpecitos en el suelo con
el pie. Acabas de acostarte con él. Has entregado tu virginidad a un hombre que no
te ama, que tiene planes muy raros para ti, que quiere convertirte en una especie