Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 121
—Te quiero dolorida, nena —murmura.
Y sigue con su dulce y pausado suplicio, adelante y atrás.
—Quiero que, cada vez que te muevas mañana, recuerdes que he estado dentro
de ti. Solo yo. Eres mía.
Gimo.
—Christian, por favor —susurro.
—¿Qué quieres, Anastasia? Dímelo.
Vuelvo a gemir. Se retira y vuelve a penetrarme lentamente, de nuevo trazando
círculos con las caderas.
—Dímelo —murmura.
—A ti, por favor.
Aumenta el ritmo progresivamente y su respiración se vuelve irregular.
Empiezo a temblar por dentro, y Christian acelera la acometida.
—Eres… tan… dulce —murmura al ritmo de sus embestidas—. Te… deseo…
tanto…
Gimo.
—Eres… mía… Córrete para mí, nena —ruge.
Sus palabras son mi perdición, me lanzan por el precipicio. Siento que mi
cuerpo se convulsiona y me corro gritando una balbuceante versión de su nombre
contra el colchón. Christian embiste hasta el fondo dos veces más y se queda
paralizado, se deja ir y se derrama dentro de mí. Se desploma sobre mi cuerpo, con
la cara hundida en mi pelo.
—Joder, Ana —jadea.
Se retira inmediatamente y cae rodando en su lado de la cama. Subo las rodillas
hasta el pecho, totalmente agotada, y al momento me sumerjo en un profundo
sueño.
Cuando me despierto, todavía no ha amanecido. No tengo ni idea de cuánto
tiempo he dormido. Estiro las piernas debajo del edredón y me siento dolorida,
exquisitamente dolorida. No veo a Christian por ningún sitio. Me siento en la cama
y contemplo la ciudad frente a mí. Hay menos luces encendidas en los rascacielos y
el amanecer se insinúa ya hacia el este. Oigo música, notas cadenciosas de piano.
Un dulce y triste lamento. Bach, creo, pero no estoy segura.