Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 119
—Así que quieres que vuelva a follarte… —me susurra al oído.
Y empieza a besarme muy suavemente alrededor de la oreja y en el cuello. Me
levanta las rodillas y se me corta la respiración… ¿Qué está haciendo ahora? Se
mete entre mis piernas, se pega a mi espalda y me pasa la mano por el muslo hasta
el trasero. Me acaricia despacio las nalgas y después desliza los dedos entre mis
piernas.
—Voy a follarte desde atrás, Anastasia —murmura.
Con la otra mano me agarra del pelo a la altura de la nuca y tira ligeramente
para colocarme. No puedo mover la cabeza. Estoy inmovilizada debajo de él,
indefensa.
—Eres mía —susurra—. Solo mía. No lo olvides.
Su voz es embriagadora, y sus palabras, seductoras. Noto cómo crece su
erección contra mi muslo.
Desliza los dedos y me acaricia suavemente el clítoris, trazando círculos muy
despacio. Siento su respiración en la cara mientras me pellizca lentamente la
mandíbula.
—Hueles de maravilla.
Me acaricia detrás de la oreja con la nariz. Frota las manos contra mi cuerpo una
y otra vez. En un instinto reflejo, empiezo a trazar círculos con las caderas, al
compás de su mano, y un placer enloquecedor me recorre las venas como si fuera
adrenalina.
—No te muevas —me ordena en voz baja, aunque imperiosa.
Y lentamente me introduce el pulgar y lo gira acariciando las paredes de mi
vagina. El efecto es alucinante. Toda mi energía se concentra en esa pequeña parte
de mi cuerpo. Gimo.
—¿Te gusta? —me pregunta en voz baja pasándome los dientes por la oreja.
Y empieza a mover el pulgar lentamente, dentro, fuera, dentro, fuera… con los
dedos todavía trazando círculos.
Cierro los ojos e intento controlar mi respiración, intento absorber las
desordenadas y caóticas sensaciones que sus dedos desatan en mí mientras el
fuego me recorre el cuerpo. Vuelvo a gemir.
—Estás muy húmeda y eres muy rápida. Muy receptiva. Oh, Anastasia, me
gusta, me gusta mucho —susurra.
Quiero mover las piernas, pero no puedo. Me tiene aprisionada y mantiene un