Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 111
intensa.
Me ruborizo… Madre mía… Mis deseos se hacen realidad.
—Pero no he hecho todo lo que pides en tu lista de normas —le digo con voz
entrecortada e insegura.
—Olvídate de las normas. Olvídate de todos esos detalles por esta noche. Te
deseo. Te he deseado desde que te caíste en mi despacho, y sé que tú también me
deseas. No estarías aquí charlando tranquilamente sobre castigos y límites
infranqueables si no me desearas. Ana, por favor, quédate conmigo esta noche.
Me tiende la mano con ojos brillantes, ardientes… excitados, y la cojo. Tira de mí
hasta rodearme entre sus brazos. El movimiento me pilla por sorpresa y de pronto
siento todo su cuerpo pegado al mío. Me recorre la nuca con los dedos, enrolla mi
coleta entorno a la muñeca y tira suavemente para obligarme a levantar la cara.
Está mirándome.
—Eres una chica muy valiente —me susurra—. Me tienes fascinado.
Sus palabras son como un artilugio incendiario. Me arde la sangre. Se inclina,
me besa suavemente y me chupa el labio inferior.
—Quiero morder este labio —murmura sin despegarse de mi boca.
Y tira de él con los dientes cuidadosamente. Gimo y sonríe.
—Por favor, Ana, déjame hacerte el amor.
—Sí —susurro.
Para eso estoy aquí. Veo su sonrisa triunfante cuando me suelta, me coge de la
mano y me conduce a través de la casa.
Su dormitorio es grande. Desde los ventanales se ven los iluminados rascacielos
de Seattle. Las paredes son blancas, y los accesorios, azul claro. La enorme cama es
ultramoderna, de madera maciza de color gris, con cuatro postes pero sin dosel. En
la pared de la cabecera hay un impresionante paisaje marino.
Estoy temblando como una hoja. Ya está. Por fin, después de tanto tiempo, voy a
hacerlo, y nada menos que con Christian Grey. Respiro entrecortadamente y no
puedo apartar los ojos de él. Se quita el reloj y lo deja encima de una cómoda a
juego con la cama. Luego se quita la americana y la deja en una silla. Lleva la
camisa blanca de lino y unos vaqueros. Es guapo hasta perder el sentido. Su pelo
cobrizo está alborotado y le cuelga la camisa… Sus ojos grises son audaces y
brillantes. Se quita las Converse y se inclina para quitarse también los calcetines.
Los pies de Christian Grey… Uau… ¿Qué tendrán los pies descalzos? Se gira y me
mira con expresión dulce.