LIMASHUN 28 | Page 2

COFRADÍA ARTÍSTICA En Blanco BOLETÍN N° 28 Marzo 2017 Edición Impesa: 100 ejemplares. Edición digital en: www.enblancohuancayo.blogspot.pe/ EDITA © Cofradía Artística “En Blanco“ AUSPICIA Museo Antropológico de la Cultura Andina www.uncp.edu.pe/museo PORTADA Ilustración de Andrea Bedregal REVISIÓN Rodrigo Salvador DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Yhon León-Chinchilla CONTACTO 964188662 [email protected] @enblanco2013 www.enblancohuancayo.blogspot.pe/ INTEGRANTES Rodrigo Crhistian SALVADOR VILA Yhon LEÓN-CHINCHILLA Andrea BEDREGAL ZAGARRA Carlos Alberto SÁNCHEZ GUILLÉN César ANGULO BARRIENTOS Luís Eusebio DELAO PAITAMPOMA Tania Yadira COZ TADEO Enmanuel PIZARRO MERINO El ave llamó al hombre (A modo de introducción) Las tardes corrían por esas aceras que habían dejado de mancharse por las huellas de los hombres que regresaban a sus casas despi- diéndose del sol. Las calles perdían su signifi- cado pues estaban dejando de serlo, adoptaban al viento y la lluvia y solo ellos jugaban por ahí a alcanzarse, a veces con el cielo gris, a veces con el cielo sonriente, pero nunca más con el hombre. Entonces el sol cansado de ver solo al viento y la lluvia, se arrancó un mechón y la hizo caer hacia la tierra. El mechón cayó hasta el árbol más gigante de la tierra, se convirtió en un ave que había perdido su vuelo, le era imposible regresar con el sol. —Oh! Padre, permíteme regresar a tu lado. —Te quité la posibilidad de volar hijo mío pero a cambio te regalo el canto más her- moso, ningún ser en la tierra podrá resistirse y vendrán hacia ti y les enseñaras a cantar, cuando todo ser en el mundo aprenda a cantar volverás a mi lado. El ave comprendió lo que quería su pa- dre y al instante se puso a cantar. Pasaron los días y los animales llegaban de todas partes para escuchar al ave. Los años pasaron y todos los animales de la tierra habían aprendido a cantar, desde el más pequeño hasta el más in- menso ¡todos!, menos el hombre. El ave siguió cantando y cuando creía que se iba a quedar para siempre en la tierra, una luz apareció, una luz se acercó al árbol, la última que estaba a punto de perder la toda sensibilidad en sus oídos, llegó hasta el pie del árbol y el ave le en- seño a cantar. Este es nuestro canto, nuestras ganas de vivir, nuestro hilo que nos une a esa ave que es- pera ansiosa volver donde el sol, este es nues- tro aliento y lo hemos llamado “Limashun” Delao Paitampoma, Luis E. Huancayo, Marzo del 2017