LIMASHUN 27 | Page 3

( Cuento)

Alla en la pampa

Carlos A. Sánchez Guillén

Un silbido lejano alertó a los ojos apurados que venían tomando forma en el Cerro Colorado. El calor sobre la tierra aturdía los ojos de Cata, quien había llegado a estas pampas de muy temprano, acompañada de un perro que era un año mayor que ella, y 3 más que Solis.

Las sombras de las ovejas se acercaron a pasos desordenados, Solis hacía tronar la waraka, daba señal a los perros para que rodearan a los despistados animales, para que la calma vuelva a dominar y el silencio se deje escuchar. La marcha del tiempo se abría contemplando cada arroyo, se despejaba cada neblina de a poco. Soledad suena tan bien como Solis que desaparece antes que la madrugada y teme sus traumas de ayer. Camina sobre el recinto que se armó, teme ver a las golondrinas que de vez en cuando bajan a mezclarse con su ganado. Cata estudia el silencio, se ríe de él, y él nunca pronunció a viva voz la desesperación de la tragedia ni el nombre de Catalina. Sus gestos de niña confundían y embriagaban la desnudez del vacío.
— Solischa ¿ Por qué has demorado tanto?
— Es que tenía que acompañar a mi mamacha hasta la plaza, después he cocinado rapidito antes que papacha llegue de Pongos.
— Yo he tenido que despachar a mi hermanito Rodolfo para que llegue tempranito a la escuela, lo he hecho despertar de noche todavía, después lo he hecho comer bastante, porque el otro día casi desmayando llegó todo wañurinko.
— Si pué ese Rodulfucha. ¿ En qué grado ya está?
— Reciencito ha entrado a la escuela. Mi papá vendió cuatro sacos de cebada y con eso ha pagado a la escuela. Mi papá dice que él primero tiene que estudiar hasta quinto grado y luego me va a hacer estudiar a mí, hasta quinto también, pero yo estoy
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