WAKONADA, NADA DE DIOS, NADA DE NADA Yhon León-Chinchilla
El cielo estaba desordenado, el caos era ley y había oscuridad como en otros mitos. De pronto el hanan pacha se creó y con él un guardián supremo, en forma de ave, un ave dios, rey de los cielos, con él ya no habría lugar para el caos, ni en el cielo ni entre los hombres.
Y los cóndores surcaron los cielos, aquellas majestuosas aves hoy extintas como especie, pero vivas como deidades. El cóndor es un apu, supremo entre las aves, supremos entre los cielos.
Para ser juez se hizo un hibrido con el hombre, le llamó wakon. Hace poco, en 2011, le proclamaron dios petrificado, dios fosilizado, lo declararon finalmente“ patrimonio humano”, ¿ por qué? Porque ya se extinguió. La memoria de su existencia ahora es una“ danza”: Wakonada, es decir, nada de dios, nada de nada.
Debieron proclamarle represéntate y autoridad del Sistema Normativo de los wankas infranqueables, de su autónomo Sistema Normativo, porque el wakon, con su imponente látigo y alas majestuosas, disuelve conflictos, endereza el camino, y templa la cuerda donde el hombre solo es un tránsito en medio del abismo. Pero no, es Wakonada, solo la memoria y danza nomás, es decir, nada de dios, nada de nada.
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Pero más allá de la danza, que ahora es solo teatralización y representación para la contemplación, en sí misma la Huaconada no fue danza, no fue representación solamente, sino que estaba articulada en la vida política y económica de la sociedad que la acogía como una Institución de Control Social y como parte de su Sistema Normativo. En el Valle del Mantaro, en sus danzas queda aún memoria de algunos Sistemas Normativos de las etnias wankas, que en otros tiempos, como dijimos, eran instituciones de control social, además que administraban justicia, donde el castigo físico era y es una constante para restablecer el orden. El castigo, suele ser una especie de“ rito de paso”, donde las autoridades aplican el correctivo en espacios públicos y sociales, también con una función, de recordar la norma a los miembros de la comunidad. Estas sanciones se aplican cuando se infringe el orden social, por ejemplo, a los mentirosos, infieles, abigeos, haraganes entre muchos otros. La autoridad aplica el correctivo al mismo instante que recomienda y aconseja mantener el orden social y no volver a cometer la infracción; luego de ello el infractor debe disculparse ante sus familiares y el pueblo, debe comprometerse también a que tal suceso no se repita. En las comunidades del Valle del Mantaro actualmente esta labor la llevan jueces de paz.
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