caía. A lo lejos se escuchaban ruidos de estalli-
dos y de gritos de personas desesperadas. Era
una trampa, los hechiceros eran los artífices de
esa invasión. Al igual que Kuypor muchos de los
guerreros estaban débiles y sin fuerzas, peleaban
por defender su ciudad, pero sus cuerpos no les
respondían como antes; fueron cayendo de uno
en uno. Kuypor aun con el último aliento de vida
veía como su ciudad era masacrada por estos ex-
tranjeros, se sentía impotente por no poder hacer
nada para ayudarlos, solo cerro los ojos espe-
rando abrirlos ya en la otra vida, su alma viajó a
un mundo donde vio a sus antepasados, les dijo
que quería volver y ayudar a su pueblo, pero
nada se podía hacer, era imposible regresar ya
después de la muerte. Pero alguien apareció, era
un hombre con rasgos de animal, con alas y ves-
timenta radiante, Kuypor vio como todos se
arrodillaban frente a este hombre e hizo lo
mismo.
—Veo que quieres volver y proteger a tu
pueblo —le dijo.
—Sí las leyendas son ciertas y tú eres el
gran Toar, creador y hacedor del mundo, déjame
volver para defender a los míos.
—No te equivocas, soy yo Toar el gran
creador de este mundo, y el único que puede ha-
certe volver.
Kuypor le rogó volver a la vida solo por ese
día, para defender a su pueblo y no dejar que na-
die más muera. Toar le dijo que si volvía lo haría
convertido en un jaguar, y que podría volver
siempre pero nunca más podría ser Kuypor, el
guerrero noble que luchó y murió por Lexar.
Kuypor asintió.
Uno de los hechiceros oyó un rugido, vol-
teó la cabeza y vio cómo el cuerpo de Kuypor
estaba siendo transformado. Un enorme jaguar
empezó a matar a sus compañeros, nadie podía
ni mirarlo, era muy veloz y fuerte. Empezó a
acabar con cada uno de ellos, dejando al que lo
venció para el final.
La gente sabía que esos movimientos y esa
coordinación eran de Kuypor, así que no tuvie-
ron miedo y se acercaron para agradecer al ja-
guar el haberlos salvado de la muerte, una vez
cumplida su misión Kuypor sabía que debía de
volver, que su tiempo en la tierra era corto y de-
bía volver con sus antepasados. Fue una despe-
dida triste, nunca más volvería ver a su pueblo,
ese por el cual luchó toda su vida, sin embargo,
se iba contento por haberlos salvado y volvería
cada vez que Lexar se encontrara en problemas.
Los habitantes llevaban medallones con la
figura de un jaguar en honor a Kuypor y siempre
recordaron el día que el “Gran Jaguar” los salvó.
OPINIóN
Max Martyn Delgadillo Quispe
TINTA NEGRA
L
os tatuajes remontan su historia a la antigüedad. Muchas culturas la utilizaban para marcar a sus
sacerdotes o a sus guerreros, con el fin de diferenciarlos y hacer probar su valor. Siglos después
los tatuajes se empezaron a popularizar entre los marinos, eran conocidos y diferenciados por su
marca, haciéndolos más famosos y no solo por su popularidad sino por los crímenes y robos cometidos.
Para los nativos estas marcas representaban símbolos de protección mágica y religiosa como una protec-
ción física y espiritual. Hoy en día los tatuajes tienen toda esta mezcla de significados.
Los tatuadores se han ido especializando en crear y mejorar sus diseños, es su creación artística
plasmada en el cuerpo de otra persona, la cual lo llevará por toda su vida.
Las personas tatuadas son mal vistas, muchas veces, las relacionan con prejuicios sociales y piensan
que son delincuentes o asesinos o en fin muchas cosas más pero siempre para mal.
Sin embargo no es tan cierto, las personas se tatúan porque quieren recordar algo en su vida, quie-
ren llevar ese mensaje para siempre con ellos y darles un significado propio.
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