LIMASHUM Nº 45 45-LIM-REDES | Page 3

CUENTO Max Martyn Delgadillo Quispe A Alex le apasionaba la pintura desde muy niño, sus padres siempre lo apoya- ban y lo guiaban en ese arte. A medida que fue creciendo y madurando, sus obras empe- zaron a cobrar nombre y fama, pintaba con un estilo que los críticos y el público en general ad- miraba. A sus 25 años era uno de los más famosos pintores, había ganado mucho dinero a tem- prana edad, y con el tiempo su orgullo y vanidad habían ido en aumento. Empezó a menospreciar a la gente que lo rodeaba, incluso a su familia, quería convertirse en el mejor pintor del mundo y eso era lo único que le importaba. Cierto día, en una de sus exposiciones, vio a una mujer muy hermosa, se acercó a ella y le dijo: —Ninguna de mis pinturas y obras realiza- das se comparan a su belleza. Ella se sonrojó y solo atino a sonreír. Y luego de un momento pausado ella le contesto: —Las obras que usted hace las admira todo el mundo, sin embargo a mí solo me pueden ad- mirar algunos. Él le contó cuál fue la inspiración para ha- cer uno de sus cuadros. Se trataba de un lago al pie de una montaña al cual le llegaba un haz de luz y la luz se disipaba y formaba muchos colores que se iban desvaneciendo y convirtiéndose en ríos, y estos a su vez se convertían en árboles y flores para continuar su recorrido y terminar en un fondo negro. Así pasaron los minutos y ya era hora de cerrar. Alex la invitó a un bar cercano, sin em- bargo ella tenía que irse, pero prometiendo vol- ver en la próxima exhibición de sus cuadros. Él no dejo de pensar en ella esa noche, en esa her- mosa mujer, en lo hermoso que sonaba su voz, su sonrisa, su mirada, y así empezó a pintar un cuadro. Comenzó con unos trazos finos dándole vida y color. Lo terminó y guardó en una bodega escondida debajo de su dormitorio. Pasaron unas cuantas semanas y llego el día de la presentación, muchos críticos estaban ahí para contemplar su trabajo que sorprendió mucho sobre todo por los colores y la textura de los trazos. Se podía apreciar un paisaje, parecía un atardecer de un rojo escarlata algo oscuro pero que tenía mucha vida. Fue considerada una de sus mejores obras por darle vida a algo tan simple como un atardecer. Ese día conoció a otra joven de cabello hermoso y ojos claros, Alex le ofreció un vaso de vino y empezaron a charlar hasta que en cierto momento ella se sintió algo mareada, no había bebido mucho, pero sufi- ciente para quedarse dormida. Al despertar se encontró con algo que ja- más olvidaría: una habitación roja llena de san- gre y cuerpos mutilados, ella estaba al centro de la habitación amarrada a una silla con una mor- daza en la boca y Alex estaba ahí con un pincel en la mano y una mirada algo perdida, pero de satisfacción y gozo por lo que estaba haciendo. Tenía una serie de artefactos en ese cuarto, ella solo alcanzó a ver algunos cuchillos y jeringas. Le hizo un corte en el brazo la sangre se derra- maba, ella no podía gritar y sentía que su cuerpo no le respondía; tenía que aceptar que iba a mo- rir en ese lugar; tomó el pincel y mezclándolo con un poco de sangre empezó a pintar líneas y trazos, los trazos eran finos y hermosos. Luego tomó otra vez el cuchillo e hizo un corte pro- fundo en el estómago, ella se desmayó, sentía cerca su fin y empezó a recordar por qué había ido ese día a la presentación de arte. Recodó una nota que llegó a la puerta de su casa, la cual de- cía: “El arte se encuentra en ti” Años más tarde solo algunos defendían su arte apoyándose en que no importaba la manera, era algo innegable que sus cuadros eran únicos, sin embargo todos fueron quemados y enterra- dos junto al lugar donde él se suicidó diciendo que era la obra final, y que nadie en el mundo podría hacer todo lo que hizo él en sus cuadros: darle vida a la muerte. Página 3