Liderazgo y Experiencia Médica Edición 35 Octubre 2015 | Page 50

de edad menor a 55 años comparado con 28 por ciento en pacientes de más de 84 años, mortalidad explicada por una menor oportunidad de recibir una terapia de reperfusión así como una historia de infartos previos y desarrollo de complicaciones mayores como estado de choque cardiogénico. La diabetes mellitus, la hipertensión arterial, enfermedad vascular no cardíaca e historia de infartos previos también marcan un riesgo de muerte más elevado comparado con pacientes sin estas características, debido probablemente a una mayor extensión de la enfermedad coronaria. El género femenino en diversos estudios, en particular en el GUSTO- I que incluyó 10,315 mujeres y 30,706 varones, demostró una mortalidad de 11.2 por ciento en mujeres contra 5.5 por ciento en el grupo masculino, lo cual mostró una diferencia estadísticamente significativa (p<0.001). Esto se debe a que en la mujer se presenta el infarto a mayor edad así como una mayor prevalencia de diabetes e hipertensión. En nuestro estudio ETIAMST también fue más frecuente la muerte en el género femenino. Los hallazgos en la examinación física como hipotensión, taquicardia y datos de falla cardiaca permanecen vigentes en la era de reperfusión como indicadores de riesgo en la fase aguda del Infarto Agudo de Miocardio. En estos pacientes la función cardiaca (FEVI) menor de 40% es otra determinante de mortalidad. En cuanto a la localización y tamaño del infarto, el infarto anterior presenta una mayor mortalidad que el infarto de localización inferior, no así cuando está complicado con infarto del ventrículo derecho. Los pacientes con infarto anterior previo y que desarrollan un infarto inferior presentan mayor mortalidad y constituyen un grupo de alto riesgo. Los pacientes con un gran territorio involucrado tienen 4 veces más probabilidad de nuevos eventos cardiovasculares, especialmente un re infarto. Otras complicaciones tienen que ver con la presencia de trastornos de conducción cardiaca, conocidos como bloqueo aurículo-ventriculares, en los cuales la mortalidad es dos veces mayor en pacientes que desarrollan trastornos de conducción. Otro tipo de arritmias como la fibrilación auricular dentro de las primeras 48 24 horas constituye un riesgo 2.5 veces superior de mortalidad, en el seguimiento a 8 años. Parte de la estratificación tiene que ver con identificar qué pacientes requieren estudios de cateterismo cardiaco. La indicación resulta clara en la fase temprana cuando se presenta angina postinfarto, inestabilidad hemodinámica, sospecha de falla de terapia fibrinolítica, choque cardiogénico. La prueba de esfuerzo (PE) submáxima se ha utilizado para detectar pacientes en riesgo. La respuesta presora incapaz de elevar más 10 mm Hg o una disminución de la misma durante el esfuerzo orientan a enfermedad de múltiples vasos y disfunción ventricular izquierda. la rehabilitación y la prevención secundaria sistemática, sin embargo hay mucho que hacer en la adherencia medicamentosa y a estas recomendaciones. En este sentido, se requiere un rediseño en los servicios de salud, en el cual se encuentren involucrados tomadores de decisiones, personal directamente involucrado en la atención, de manera tal que se incremente el acceso, la capacitación y la adherencia a un nuevo estilo de vida por los pacientes y hasta por los familiares. La dieta, el control de peso, el cese al tabaco, el control de los factores de riesgo y un seguimiento regular permitirán evitar un nuevo evento cardiovascular. ♥ Los programas de prevención secundaria pretenden mejorar los procesos de atención, la calidad de vida funcional, reducir las hospitalizaciones, la presencia de infarto de miocardio recurrente y reducir la mortalidad en pacientes con enfermedad cardiovascular establecida. Aunque nos hay datos suficientes para opinar de manera concluyente sobre los beneficios de este tipo de programas, los que tienen mayor individualización son los más eficaces en la reducción en la mortalidad. El cambio en el estilo de vida, el control de factores de riesgo dentro de las metas establecidas en la Guías de Práctica Clínica y la prescripción de terapia farmacológica que incluya al menos aspirina, estatinas, beta bloqueados, inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina y algunos nuevos anticoagulantes pueden mejorar el curso de la cardiopatía isquémica, mediante la reducción de todas las causas de mortalidad entre un 15 a 25 por ciento. Todos los pacientes se benefician con UMAE Hospital de Cardiología CMN Siglo XXI, IMSS LATIENDO JUNTOS, A TODO CORAZÓN