De Liceo a Ciudadela Universitaria. Historia de la sede de Robledo de la Universidad de Antioquia
producción y el tráfico de cocaína, lo que permite mantener alto el precio de la droga, crear un gran mercado interno y, al negocio, su marcha viento en popa. Por mencionar sólo algunos problemas.
La educación pública y la salud son apenas dos derechos de entre muchos que, como ciudadanos, estamos obligados a defender; no hay por qué resignarse a permitir que quienes nos gobiernan obren sólo a favor de los poderosos, que los recursos públicos se destinen a una absurda guerra contra fantasmas: guerrillas, delincuencia, narcotráfico, o que se los devore la corrupción.
Esta deplorable realidad es el argumento del cual se valen algunos para abrogarse la exclusividad del derecho a representar al pueblo, es decir, representarnos a todos, gracias a las maromas mentales que permite un malinterpretado y acomodado materialismo histórico. Únicos sabedores de lo que nos ocurre, saben también qué nos conviene, son redentores y profetas de un paraíso que jamás pudo verse en parte alguna del mundo. Algunos de estos profetas se perpetúan en las universidades públicas y promueven un mal llamado tipo de protesta que, como se mencionó, denominan tropel: agarrar a insultos, piedra y petardos a la policía antimotines y recibir de ellos insultos, piedra y gases lacrimógenos.
Un asunto que, al parecer, ignoran los tropeleros, es que la policía antimotines no es la instancia gubernamental encargada de crear o modificar las políticas educativas ni las asignaciones presupuestales para la educación pública. Esto lo definen otras instancias. Ello quiere decir que la educación pública en Colombia no se defiende descalabrando policías ni sacrificando adolescentes en los tropeles.
¿ Cuál es el resultado de estos tropeles?
Además del rechazo general de la comunidad universitaria, los daños y los robos, los tropeles arrojan como resultado detenidos, contusos, heridos, amputados( el 10 de septiembre de 2009 y el 8 de junio de 2010) y muertos( el 10 de febrero de 2005 dos jovencitas, estudiantes de la Universidad Nacional, fallecieron la Universidad de Antioquia como consecuencia de una explosión).
Se genera también un clima que sirve como excusa para los abusos de las autoridades y para asociar la reivindicación de los derechos con el terrorismo. Como se señaló, este ha sido, tradicionalmente, el pretexto más eficaz para desvirtuar el propósito de la lucha por la justicia.
Hechos de esta naturaleza parecían hacer parte de la historia pasada, la deplorable época del cierre del Liceo Antioqueño; sin embargo, a comienzos de noviembre de 2009 se empezó a gestar un movimiento de protesta en las universidades del país en favor de la educación pública que, desde el comienzo, como ocurre siempre, rápidamente se convirtió en una cadena de disturbios, pedreas, bombas, daños, amenazas. Como consecuencia, la comunidad estudiantil se disgregó y se desentendió del movimiento por miedo y confusión.
El 10 de noviembre de 2009, cuando aún había trabajadores de las empresas contratistas ultimando los detalles finales del plan de intervención en la Ciudadela, la protesta se trasladó a esta sede, con iguales resultados: la supuesta toma recreativa de la vía se volvió un tropel y desde el comienzo, además de piedras llovieron bombas.
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