Libros Comunión de Gracia La Resurrección: Una Promesa Cumplida | Page 61

“Jesús ha ido al cielo y está a la diestra de Dios, los ángeles y autoridades y poderes han sido sometidos a él” (I Pedro 3:22). En el primer siglo, cada soldado romano proclamaba su lealtad al empe- rador diciendo: “Kyrios Kaisar” “César es el Señor!”. Pero los cristianos no podían decir eso, ni lo dirían. Decían en cambio: “Kyrios Christos” “Cristo es el Señor!”. Y muchos de ellos pagaron con sus vidas por esa fe, sabiendo que esperaban una resurrección personal a una vida nueva del reino de Dios. Sabían que la proclamación, “Cristo es el Señor”, proclama el principio del fin de toda tiranía, puesto que el mismo Salvador había ascendido al trono. La ascensión de Jesús también nos declara que, como hombre, como Dios en la carne, Jesús asumió nuestra humanidad pecadora y, después de haber- la redimido a través de Su vida, muerte y resurrección, la presentó limpia y perfecta a su Padre. La ascensión no es simplemente acerca de cómo el Hijo de Dios volvió a su casa en el cielo después de morir por los pecados del mundo. La ascensión es acerca de cómo a la naturaleza humana se le ha dado un lugar permanen- te en la naturaleza divina de la Trinidad. El Hijo de Dios asumió la naturaleza humana (Juan 1:14) y nunca se la ha quitado (Lucas 24:39, Apocalipsis 1:12-16). En su resurrección su naturaleza humana se ha transformado en una nueva naturaleza, glorificada e inmortal (1 Cor. 15:42-44). Debido a esta unión permanente entre la divinidad y la humanidad en el cuerpo crucificado y resucitado de Jesús, podemos decir que nosotros morimos cuando él murió (2 Cor. 5:14) y que fuimos resucita- dos cuando él fue resucitado (Efesios 2:5). Si no morimos cuando Jesús murió y no resucitamos cuando él resucitó, y si la humanidad no está incluida en la muerte y resurrección de Jesús, enton- ces la historia de Jesús es sólo una historia sobre algo extraño que le sucedió a un hombre hace mucho tiempo. Pero el evangelio es realmente una buena noticia: es la buena noticia que Jesús ha compartido nuestra muerte y por lo tanto, participamos en su vida resucitada. Puesto que morimos y resucitamos con Cristo, también se deduce que hemos ascendido con Él. “Dios nos resucitó con Cristo y nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús” (Ef. 2:6). Después de haber resucitado con Cristo, nuestra vida está ahora “escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:3). Ahí radica la esperanza de la ascensión. Dado que la humanidad ha muerto, resucitado y ascendido en Cristo sabemos que “cuando Cristo apa- 61