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La Resurrección: Una Promesa Cumplida
Él los ha sentado con Cristo… por una parte, esto testifica en una experiencia
viva que Cristo nos ha dado una vida nueva, y por la otra, una victoria nueva.
Estábamos muertos, pero espiritualmente se nos ha vuelto a la vida y esta-
mos alerta. Estábamos en cautividad, pero ya hemos sido entronizados”.
Max Turner está en lo correcto. Hay más aquí que un mero simbolismo. Lo
que Pablo está explicando es la implicación de nuestra vida nueva en Cristo.
Las implicaciones prácticas
Primero que nada, los cristianos son “tan buenos como lo pueden ser”, en
referencia a su salvación. Los cristianos que están “en Cristo” han sido “cu-
biertos” por Cristo. Se cubren con Su muerte, sepultura, resurrección y as-
censión y se puede decir de ellos que ya en algún sentido están viviendo con
Él en las regiones celestiales. Esta enseñanza no tenía la intención de ser una
suposición idealista. Fue escrita originalmente a cristianos que vivían en
extrema estrechez en las ciudades corruptas que habitaban, ciudades sin los
derechos civiles y políticos que a menudo damos por sentado. Para los lecto-
res de Pablo ser muertos por la espada romana era una seria posibilidad.
Así, Pablo alienta los espíritus de sus lectores con un pensamiento adicional
sobre la doctrina central y distintiva de la nueva fe—la resurrección de Cris-
to. Estar “en Cristo” significa que cuando Dios nos mira Él no ve nuestros
pecados. Ve a Cristo. No hay enseñanza más alentadora que esa. Esto está
re-enfatizado en Colosenses 3:3 “pues ustedes han muerto y su vida está
escondida con Cristo en Dios “.
Segundo, estar “en Cristo” significa que los cristianos viven en dos mundos—
el mundo físico de la realidad de todos los días y el que Stott llama el “mun-
do invisible” de la realidad espiritual. Esto tiene implicaciones para la forma
en que vemos este mundo. Debemos vivir vidas balanceadas. Por una parte,
primero debemos dar nuestra lealtad al reino de Dios y sus valores, pero por
la otra, no debemos tener una mente tan celestial que no sirvamos para
nada terrenal. Es una cuerda floja, y todo cristiano necesita la ayuda de Dios
para caminarla seguramente.
Tercero, estar “en Cristo” significa que somos trofeos de la gracia de Dios. Si
Dios ha hecho todo esto por nosotros, si Él en algún sentido ya nos ha intro-
ducido a las regiones celestiales, entonces eso significa que debemos vivir
como embajadores de Cristo. Francis Foulkes lo pone de esta manera:
“El propósito de Dios para Su iglesia, como Pablo llegó a entenderlo, va más
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