Libros Comunión de Gracia La Resurrección: Una Promesa Cumplida | Page 58

La Resurrección: Una Promesa Cumplida Él los ha sentado con Cristo… por una parte, esto testifica en una experiencia viva que Cristo nos ha dado una vida nueva, y por la otra, una victoria nueva. Estábamos muertos, pero espiritualmente se nos ha vuelto a la vida y esta- mos alerta. Estábamos en cautividad, pero ya hemos sido entronizados”. Max Turner está en lo correcto. Hay más aquí que un mero simbolismo. Lo que Pablo está explicando es la implicación de nuestra vida nueva en Cristo. Las implicaciones prácticas Primero que nada, los cristianos son “tan buenos como lo pueden ser”, en referencia a su salvación. Los cristianos que están “en Cristo” han sido “cu- biertos” por Cristo. Se cubren con Su muerte, sepultura, resurrección y as- censión y se puede decir de ellos que ya en algún sentido están viviendo con Él en las regiones celestiales. Esta enseñanza no tenía la intención de ser una suposición idealista. Fue escrita originalmente a cristianos que vivían en extrema estrechez en las ciudades corruptas que habitaban, ciudades sin los derechos civiles y políticos que a menudo damos por sentado. Para los lecto- res de Pablo ser muertos por la espada romana era una seria posibilidad. Así, Pablo alienta los espíritus de sus lectores con un pensamiento adicional sobre la doctrina central y distintiva de la nueva fe—la resurrección de Cris- to. Estar “en Cristo” significa que cuando Dios nos mira Él no ve nuestros pecados. Ve a Cristo. No hay enseñanza más alentadora que esa. Esto está re-enfatizado en Colosenses 3:3 “pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios “. Segundo, estar “en Cristo” significa que los cristianos viven en dos mundos— el mundo físico de la realidad de todos los días y el que Stott llama el “mun- do invisible” de la realidad espiritual. Esto tiene implicaciones para la forma en que vemos este mundo. Debemos vivir vidas balanceadas. Por una parte, primero debemos dar nuestra lealtad al reino de Dios y sus valores, pero por la otra, no debemos tener una mente tan celestial que no sirvamos para nada terrenal. Es una cuerda floja, y todo cristiano necesita la ayuda de Dios para caminarla seguramente. Tercero, estar “en Cristo” significa que somos trofeos de la gracia de Dios. Si Dios ha hecho todo esto por nosotros, si Él en algún sentido ya nos ha intro- ducido a las regiones celestiales, entonces eso significa que debemos vivir como embajadores de Cristo. Francis Foulkes lo pone de esta manera: “El propósito de Dios para Su iglesia, como Pablo llegó a entenderlo, va más 58