Libros Comunión de Gracia La Resurrección: Una Promesa Cumplida | Page 53
La Inmortalidad: El mejor de todos los cambios
diferente de nuestra actual existencia carnal y terrenal. Sin embargo, existirá
una continuidad dentro de esta discontinuidad fundamental. Todavía sere-
mos nosotros mismos “en el otro lado”, pero completamente regenerados
en naturaleza e inmortales en el cuerpo.
Así que, ¿qué es lo que nuestros nuevos cuerpos cambiados (meta-
morfoseados) tendrán que no tienen en la actualidad? El apóstol Pablo expli-
ca de nuevo: Les declaro, hermanos, que el cuerpo mortal no puede heredar
el reino de Dios, ni lo corruptible puede heredar lo incorruptible. Fíjense bien
en el misterio que les voy a revelar: No todos moriremos, pero todos sere-
mos transformados, en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque
final de la trompeta. Pues sonará la trompeta y los muertos resucitarán con
un cuerpo incorruptible, y nosotros seremos transformados. Porque lo co-
rruptible tiene que vestirse de lo incorruptible, y lo mortal, de inmortalidad.
(1 Corintios 15:50-53)
Sí, lo mortal será vestido de inmortalidad. Habrá continuidad pero tam-
bién existirá una discontinuidad fundamental. Los cuerpos de la resurrección
serán imperecederos e inmortales. Piensa en ello. Ninguna de nuestras debi-
lidades carnales presentes existirá. Nunca nos cansaremos. Nunca estaremos
hambrientos o sedientos. Nunca estaremos enfermos o con dolor. Nunca
sufriremos de ansiedades y temores. Nunca pecaremos. Nunca moriremos.
El apóstol Pablo supo lo que significaba sufrir privación y dolor en este
cuerpo físico, temporal, que es nuestra herencia actual. Él ansiaba descansar
en paz, esperando la resurrección: De hecho, sabemos que si esta tienda de
campaña en que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa
eterna en el cielo, no construida por manos humanas. Mientras tanto suspi-
ramos, anhelando ser revestidos de nuestra morada celestial, porque cuando
seamos revestidos, no se nos hallará desnudos. Realmente, vivimos en esta
tienda de campaña, suspirando y agobiados, pues no deseamos ser desvesti-
dos sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. (2 Corintios
5:1-4)
El libro de Apocalipsis describe con entusiasmo el tiempo después de la
resurrección, cuando tendremos cuerpos nuevos: Oí una potente voz que
provenía del trono y decía: “¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada
de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo
estará con ellos y será su Dios. Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no
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