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La Resurrección: Una Promesa Cumplida
Hagan correr la voz:
¡Él vive!
“Y juntamente con Cristo Jesús, nos resucitó y nos hizo sentar en los lugares
celestiales, para mostrar en las edades venideras las superabundantes
riquezas de su gracia, por su bondad hacia nosotros en Cristo Jesús”
(Efesios 2:4-7).
¿En realidad aconteció? La pregunta es mucho más que académica. Porque si
Jesucristo en realidad murió en una cruz romana y fue resucitado de nuevo a
la vida, esto lo cambia todo. A veces podemos creer cosas que no tienen
sentido o que no tienen ninguna evidencia que las apoyen. Las teorías de
conspiración abundan hoy en día, y los periódicos de estilo sensacionalista se
ganan millones de dólares seduciendo a lectores crédulos con una dieta
constante de lo sensacional, si no lo ridículo. ¿Has visto los titulares?: “Elvis
vive todavía”. “John F. Kennedy fue secuestrado por seres extraterrestres”.
“Hitler vive todavía”. “Mineros descubren un agujero al infierno”. “Mitad
caimán, mitad bebé humano”.
Después están los hechos que damos por sentado en nuestro mundo
científico moderno: la tierra es una esfera, no plana como una tortilla. La
tierra gira alrededor del sol, y no al contrario. Un virus causa el sarampión.
Abraham Lincoln escribió el discurso de Gettysburgo detrás de un sobre. La
mayoría de nosotros creemos estas cosas, no porque las hemos comprobado
personalmente, sino porque confiamos en las autoridades que nos dicen que
son ciertas. Utilizamos el teléfono; quién lo inventó en realidad no nos im-
porta. Vamos al médico cuando nos enfermamos; nos da igual quién descu-
brió tal o cuál vacuna. Y podemos disfrutar de un bello atardecer sin pensar
mucho en la dinámica planetaria.
Un hecho que sí importa
Vivimos en un mundo de hechos, pero la mayoría de los hechos que co-
nocemos tienen poco o casi nada que ver con quiénes somos y cómo deci-
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